“Hasta que se logra encontrar un remedio a una epidemia, la única cura que existe es la arquitectura”. David García, fundador de MAP Architects (Copenhague).

Como bien dice García, mientras los científicos desarrollan las vacunas, la arquitectura nos permite crear espacios seguros. Las epidemias han modificado nuestra forma de vivir. La arquitectura nos ha permitido mejorar la salubridad de las ciudades a lo largo de la historia. A día de hoy se están llevando a cabo muchas obras y reorganizaciones de espacios para garantizar nuestra seguridad.

Hace unos días se ha inaugurado el Hospital Enfermera Isabel Zendal (HPIZ). Este nuevo hospital de pandemias ha seguido el mismo patrón estructural que se planteo en su momento para llevar a cabo la infraestructura de Ifema. Ifema se creo para dar soporte y descongestionar a los hospitales dada la avalancha de pacientes que crecía exponencialmente.

Un hospital de campaña se instala ante una situación de emergencia. Se tiene que llevar a cabo de manera inmediata, sin previsión y muchas veces sin medios para llevarlo a cabo de la mejor forma por la premura. El resultado fue un hospital de campaña que intentó aliviar a los hospitales. Una solución efímera que resultó ser el anti-hospital en cuanto a la arquitectura humanizada.

Si Ifema era el anti-hospital, el HPIZ es un anti-hospital perfeccionado. Con tanta prisa para llevarlo a cabo se han olvidado de lo mas importante:

– Los expertos recomiendan que los pacientes estén aislados para evitar la propagación del virus y para proteger la salud del personal sanitario que los asiste y esto es imposible en este espacio diáfano por muchos controles de seguridad que existan en los accesos.

– Los techos son muy altos (entre 8 y 12 metros), lo que dificulta la limpieza de las instalaciones. Esto implica acumulación de suciedad, polvo y por ende bacterias en las instalaciones y canaletas que se van entrelazando por el techo. Un centro de estas características ha de asegurar la higiene y de fácil mantenimiento. Su infraestructura tiene que poder limpiarse fácilmente para mantener las condiciones de salubridad necesarias.

– El confort térmico. Es complicado poder ofrecer una temperatura adecuada a los pacientes dadas las dimensiones del espacio. Los pacientes están semidesnudos por lo que hay que procurar una temperatura adecuada (elevada) para que no tengan disconfort. Esto implica que el personal sanitario ataviado con EPIs va a pasar mucho calor mientras estén realizando su trabajo.

– El confort lumínico. Supongo que habrán planteado una pequeña luz sobre las camas, pero no creo que sea viable apagar la luz por las noches para que los pacientes puedan dormir. Esto provocará que muchos pacientes no puedan descansar, se desorienten, se estresen, incluso puedan sufrir delirios.

– El confort acústico será otra causa de estrés para los pacientes, teniendo que escuchar día y noche pitidos de máquinas, conversaciones que se producen alrededor, el sufrimiento de otros pacientes y el ruido constante de las instalaciones.

– El número de elementos de aseo como baños y duchas es escaso para la cantidad de camas existentes.

– No hay mobiliario para que el paciente pueda dejar sus efectos personales bajo llave.

– La falta de privacidad es absoluta. La estructura de un hospital tiene que garantizar espacios seguros e intimidad a los pacientes. Por estos dos motivos es tan importante que los centros sanitarios cuenten con habitaciones individuales. Estas proporcionan un espacio seguro y adecuado para tratar las enfermedades, ofrecen al paciente los elementos básicos de confort ambiental que hemos visto antes y es vital que el paciente tenga un espacio que preserve su privacidad e intimidad. Espacios que permitan mantener nuestra dignidad cuando el personal sanitario realiza el aseo, curas, cambios de posturas, revisiones, comunicación de malas noticias. Es necesario que el paciente tenga un espacio propio para mantener conversaciones privadas con el personal sanitario para conocer su estado, poder recibir visitas de sus familiares y que permita tener un final de vida intimo.

Siempre lo digo y nunca me cansaré de repetirlo: el espacio se piensa. Para diseñar un hospital hay que tener mucha información y contar con un equipo de personal sanitario que esté a pie de cama para resolver todas las necesidades que nos platean y poder darles solución. Una infraestructura nueva tiene que aportar, tiene que mejorar el proceso de curación, facilitar el trabajo al personal sanitario y ser accesible para las familias. Me parece incomprensible ver como se ha desarrollado un hospital partiendo de una solución efímera y temporal. Es un paso atrás.

Para crear espacios de curación seguros y dignos hay que pensar primero en las personas.

Por Mónica Ferrero

Todas las imágenes pertenecen a D.SINOVA/LA RAZON

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