Mucho se habla en estos tiempos de transformación digital o big data, y es que guste o no, hay que asumir que llegan para quedarse y que son y serán otra nueva revolución. Y el mundo salud no es una excepción.

¿Qué pasará con las personas? ¿Desplazará la tecnología a los trabajadores de la Sanidad?.

Como todo, opiniones para todos los gustos y predicciones de todo tipo.

En Proyecto HU-CI nos gusta hablar de un concepto acuñado por Mamen Segovia, la Tecnología punta humana: la que todos llevamos dentro, la que tenemos a mano y quizás muchas veces no tenemos explotada o desarrollada. Es curioso como muchas veces es más sencillo mirar afuera y quedar abducidos por el poder hipnótico del monitor.

La tecnología avanza sola, y muchas veces nos sobrepasa: no terminamos de aprender cómo funciona un aparato, y ya se ha presentado una versión más moderna. En Intensivos amamos los cacharros: queda fuera de duda que la tecnología nos hace mejores, más efectivos y que ayuda a aumentar la supervivencia.

Pero, ¿hasta donde podemos hacerlo? ¿Cuánto puede vivir un ser humano con calidad de vida razonable? ¿No estaremos prolongando la vida de forma artificial en muchas ocasiones?. Cada uno tendrá su punto de vista y su opinión.

En lo que quizás la mayoría confluiremos, es en que no hay más que ser usuario del sistema sanitario de una u otra forma (como profesional, como familia o como paciente) para ver que hay un margen de mejora enorme en el trato. Y ahí es donde pensamos que la Tecnología punta humana ha de crecer y desarrollarse. Mucho se discute en redes sobre la necesidad y conveniencia o no de formarse en #humantools, si bien no tenemos inconveniente en formarnos en ECMO, Ventilación Mecánica, o cualquier otra mejora que suponga tecnología. Ahí si que invertimos.

¿Acaso pensamos que no podemos mejorar por el hecho de que ya somos humanos?.

La propuesta que hacemos es sencilla: mirar hacia dentro en vez de hacia fuera, aprender a relacionarnos más y mejor y adquirir habilidades que quizás tenemos infradesarrolladas.

Quizás si entendiéramos esto como tecnología, grandes empresas o la propia industria invertiría y sin duda alguna el sistema mejoraría. Difícilmente una máquina podrá sustituir el calor humano y los sentimientos que produce. Y en la UCI tenemos muy claro una cosa: cuando un ser humano está absolutamente desesperado, no necesita máquinas ni la última tecnología. Solo necesita otro ser humano.

¿Estamos dispuestos?.

Por Gabi Heras