Decía Gregorio Marañón: “Lo mejor del mundo lo han hecho siempre los diletanttis, los que hacen las cosas por deleite, por amor y no por obligación o rutina.”Esta semana, en el Hospital Gregorio Marañón, se ha hecho ‘oficial’ el proyecto de humanización en el que hemos estado trabajando desde octubre del año pasado. Casi un año de trabajo que poco a poco ha ido creciendo y tomando forma hasta llegar a su puesta de largo. Ha sido emocionante. Hemos iniciado nuestro programa “Programa de Puerta Abiertas”, y no ha sido nada fácil.

 

La Humanización de la asistencia sanitaria es fundamental para el bienestar del paciente y para el de los familiares -este blog está lleno de ejemplos-. La novedad principal para nuestra unidad es la reorganización del horario de visitas, haciéndolo más flexible y amplio, aumentando el tiempo de permanencia del familiar con su ser querido enfermo.

Este aprendizaje supone un importante esfuerzo personal, pero que, por otra parte tiene una de las recompensas más incomparables: la satisfacción de haber llenado las vidas de muchas personas de ese tiempo, el largo tiempo que permite acompañar, alentar, aliviar y calmar a otros muchos enfermos en sus dilatados periodos de recuperación, o el tiempo que permite despedirse con calma de sus seres queridos cuando el fallecimiento es inminente e inevitable .

Cómo os podéis imaginar y muchos de vosotros lo habréis vivido, la Humanización de las UCI todavía choca con muchas opiniones costumbristas, rutinarias, recelosas, obsoletas y egoístas. Los que hemos puesto todo nuestro empeño en poner en marcha esta medida estamos nerviosos, inquietos, como antes de un examen muy importante.

Por supuesto que hay mil detalles más en este proceso de humanización que estamos viviendo. Al personal sanitario no se le prepara para cuidar “lo invisible”, ese toque, que va más allá del mero profesionalismo, y que impregna cada uno de los aspectos de nuestra vida laboral, y por qué no, también personal. En este proceso de poner la H a nuestra UCI, nos hemos dado cuenta de que cuando humanizamos el cuidado del paciente, también humanizamos las relaciones y el trabajo con nuestros compañeros.

Estamos impacientes por ver cómo encaja la medida en la Unidad, habrá problemas, sin duda, pero seguiremos convencidos y defendiendo que “abrir las puertas de la UCI” es lo mejor para nuestros pacientes y para las familias. Pero, además, creemos que es bueno para el personal, porque esta corriente humanizadora es una forma de vivir la profesión de una manera especial, intensa y epidérmica de practicar los cuidados críticos.

Los gestores (Supervisores y Jefes de Servicio) debemos humanizar la gestión: cuidar al personal, para que ellos, a su vez, puedan cuidar lo mejor posible a pacientes y familiares, porque la humanización es un proceso también de exposición y deben dotar a su gente de las herramientas necesarias para que no resulten dañadas.

Han tenido que pasar 50 años para que en el Hospital que lleva el nombre del ilustre médico se abra paso el amor a través de las puertas de la UCI. Desde esta #benditalocura que es el proyecto HU-CI venimos diciendo machaconamente que hay mucho amor en las salas de espera de las UCI y que es tiempo de hacerlo pasar dentro, porque el amor, quizás no cura, pero cuanto menos alivia.

Pero el amor no está solo fuera, en las salas de espera, también está dentro, en las unidades, en cada uno de los profesionales que luchamos cada día por sacar adelante a nuestro enfermo. Auxiliares, enfermeras y médicos que amamos nuestra profesión y realizamos nuestra labor con vocación de servicio, con el deseo de mejora, con la esperanza de recuperación y con la ilusión de dar lo mejor de nosotros mismos y de proporcionar a nuestros pacientes los mejores cuidados.Tenemos la suerte de contar con un equipo de profesionales tremendamente humano, con buena voluntad, y excelentes en el desempeño de sus funciones. Creemos firmemente que, tanto personal como profesionalmente, nuestra recompensa es enorme. Ese tiempo que invertimos en las vidas de los demás nos hace mejores personas cada día, y nos permite valorar más nuestro tiempo, y eso no lo puede decir mucha gente.

Nos queda mucho camino, y juntos el camino se hace corto. Esta gran familia va creando lazos más profundos, porque compartimos momentos únicos que se repiten en el tiempo, haciendo una UCI más agradable para trabajar, más eficaz,… más humana.

Esta es una iniciativa impulsada por los que estamos dentro de las UCI, pero arranca de los deseos de nuestros pacientes y sus familias. Ellos nos lo han pedido, y debemos facilitar ese deseo, aunque sólo sea por hacerles pasar un momento menos angustioso, menos dramático, menos doloroso y más emocional, porque las emociones son energía, la energía que mueve nuestros corazones, un puñado de corazones diletanttis.

Cristina Díez y José Manuel Gómez García
Supervisora de Enfermería y Médico adjunto.
HU-CI del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid