Lancet Respiratory Medicine acaba de publicar online el estudio multicéntrico colaborativo internacional Prevalence and risk factors for delirium in critically ill patients with COVID-19 (COVID-D): a multicentre cohort. Un trabajo conjunto del COVID-19 Intensive Care International Study Group, formado por miembros de la Universidad de Valencia y el INCLIVA, el Critical Illness Brain Dysfunction and Survivorship Center de la Universidad de Vanderbilt y Proyecto HU-CI.

Es probablemente el artículo del que me sienta más orgulloso por varias razones:

En primer lugar, fue desarrollado durante los meses más duros de la primera ola de la pandemia, gracias al trabajo de muchísimas personas de 69 UCI de 14 países puestas al servicio de una buena idea. En segundo lugar, porque los primeros firmantes son la muestra de este trabajo colaborativo: una enfermera coautora con un anestesista en primer lugar, un intensivista, tres estadísticos, neurólogos, internistas… Creo firmemente que así deberían ser las cosas y es una muestra de la investigación internacional a futuro: los egos quedan fuera porque juntos somos más fuertes. Y tercero: se trata de una investigación con la mayor parte de los pacientes reclutados en España.

Trabajar con el Critical Illness Brain Dysfunction and Survivorship Center de la Universidad de Vanderbilt ha sido una experiencia similar a pilotar un fórmula 1: una máquina perfectamente engrasada donde cada persona suma su talento, persiguiendo la excelencia y el mejor resultado posible. Sinceramente, mucho que aprender a su lado y por desgracia, siento que estamos a años luz de este modelo en España.

Entre el 20 de Enero y el 28 de abril de 2020, 4530 pacientes fueron ingresados en las 69 UCI que participaron. Se recogieron datos de 2088 pacientes ingresados en UCI con infección por SARS-CoV-2 durante un periodo de 21 días para evaluar la prevalencia y factores de riesgo de delirium.

La edad media de los pacientes fue de 64 años con un mediana de SAPS II de 40. 1397 (66-9%) pacientes fueron ventilados desde el ingreso en la UCI y 1827 (87-5%) recibieron ventilación mecánica en algún momento durante su ingreso.

La infusión con sedantes mientras estaba en ventilación mecánica fue común: 1337 (64%) recibieron benzodiacepinas durante una mediana de 7 días (4-0 a 12-0) y 1481 (70-9%) recibieron propofol durante una mediana de 7 días. La puntuación media de la Escala de Agitación-Sedación de Richmond (RASS) mientras estaban en ventilación mecánica invasiva fue de -4. 1704 (81-6%) de 2088 pacientes estaban en coma durante una mediana de 10 días  y 1147 (54-9%) deliraron durante una media de 3 días.

La ventilación mecánica, el uso de restricciones, y las infusiones de benzodiacepinas, opioides y vasopresores, y los antipsicóticos se asociaron cada uno de ellos con un mayor riesgo de delirium al día siguiente (todos p≤0-04), mientras que las visitas familiares (en persona o virtuales) estaban asociadas con un menor riesgo de delirium (p<0-0001).

Al ingreso en UCI: mayor edad, mayores puntuaciones en el SAPS II, sexo masculino, fumar o el abuso de alcohol, el uso de vasopresores en el día 1, y la ventilación mecánica invasiva en el día 1 fueron independientes asociados con menos días de vida y libre de delirio y coma (todos p<0-01). 601 (28-8%) murieron dentro de 28 días de admisión.

La disfunción cerebral aguda fue altamente prevalente y prolongada en pacientes críticamente enfermos con COVID-19. El uso de benzodiacepinas y la falta de visitas familiares se identificaron como factores de riesgo modificables para el delirium, y por lo tanto estos datos presentan una oportunidad para reducir la disfunción cerebral aguda en los pacientes con COVID-19.

En definitiva, una nueva oportunidad para la humanización.

Por Gabi Heras