Qué difícil concentrase a ratos en el trabajo cuando de los dos lados te necesitan de forma intensiva.

En casa dos niños pequeños, un bebé y un preescolar aprenden de que se trata la vuelta de la licencia maternal y en mi trabajo 8 camas y 6 pacientes esperan, necesitan y reclaman mi 100%.

Qué distinto y que parecido a la vez son mis dos pasiones intensivas.

Mientras paso mi visita y la enfermera me comenta que Carlos solo lleva 10 días en la unidad y ya tiene lesiones de apoyo, y  me habla de cómo tratarlas con parches casi invisibles yo pienso en tus rodillitas Bautista, gorditas y espumosas tal cuál nubecitas. Hoy ha vuelto el calor y probablemente tu padre te ha puesto pantalones cortos para ir al cole y pienso en las piedritas del patio y quisiera ponerte el mismo parche invisible.

Aquí en el trabajo me preocupo por las calorías, proteínas, lípidos , macro y micronutrientes de Sandra, que le permiten el mejor soporte nutricional para afrontar su enfermedad, mientras intento hacer un espacio en la guardia (que llega siempre más tarde de lo que la fisiología de mi cuerpo necesita)  para obtener  otro frasco con el néctar blanco de una madre en lactancia y sumarlo así a la colección del frezzer, que se vuelve la obsesión de las madres en la vuelta al trabajo, y nuevamente me encuentro pensando en ustedes hijos, en su olor, en sus manitas.

Las mamás de niños pequeños también montamos un centro de cuidados intensivos en nuestras casas con urgencias que generan carreras al baño,  reanimación con mimos para caídas, golpes y cortes, estrictos niveles de asepsia para biberones y chupetes.

Cada hijo se siente un poco tu hijo, cada madre te sientes un poco tú misma.

Porque cuando hablo con la madre de Miguel se me hace un nudo la garganta, me explotan los ojos  de aguantar las lágrimas. Cómo explicar el mal  pronóstico de tu hijo, que sufrió un traumatismo severo  de cráneo. Me cargo y escudo de teoría y profesionalismo empático pero sólo me sale abrazarte. Ya sé! Te entiendo…no hay palabras que consuelen este sufrimiento. Te tomo la mano, nos miramos entre la cortina de lágrimas y te trasmito en ese gesto desnudo de palabras que te entiendo, ¡o quizás no!. Quizás estoy a océanos de distancia de tu sufrimiento porque aunque las 24 horas de esta guardia parecen pasar con cuenta gotas, mis hijos descansan calientes y sanos en nuestra casa y tu hijo sigue ahí en cama 4, en nuestra triste y fría cama 4 peleando por su vida. ¡No estoy ni cerca de entenderte! Pero créeme que lo intento.

Cuando se vuelve a casa después de la dura guardia en la que se desgasta la mente, el cuerpo y el corazón, también pienso en los padres, esposos, hijos y hermanos, pacientes y sus familiares…… porque esa noche después de la dura noche en que muere un paciente una parte de nosotros queda ahí.

Pueden unos  ojos, unas manos y un alma contemplar tantas veces el sufrimiento de personas sufriendo por otras personas y por ese vínculo alterado y violentado por la necesidad de ingreso en una UCI….. Porque esas noches hijos, los miro largo y lento mientras duermen, me acuesto cerquita y  siento el calor de sus cuerpitos pequeños llenos de vitalidad  y doy gracias de no ser aquella madre, y de que ustedes no sean esos hijos.

Pero ahora aún en esta guardia tengo clara la gran diferencia  de mis dos roles intensivos, aquí doy todo de mi para ayudar a otros e intentar traer esperanza y algo de alegría si es posible a tan profunda agonía. En casa soy la que recibe la alegría de dos pares de ojos que me atraviesan y me llenan como nada ni nadie en este mundo.

Gracias a mis hijos que me hacen mejor médica porque retroalimentan constantemente mi lado más tierno y humano.

Gracias a mis pacientes y sus familiares porque me hacen mejor madre, para lograr darle el justo lugar a las cosas importantes de la vida.

Para Bauti y Salva de su Mamá Intensivista.