Hola a tod@s, mis queridos amig@s.
Hace 48 horas falleció mi padre, después de 19 años de luchar contra un cáncer de cólon que en los últimos dos años ya había ganado la partida y se había diseminado.
A pesar del dolor que siento, esta no es una historia triste. Para nada.
Paco supo convivir con su enfermedad y hasta creo que se hicieron amigos. Siempre pensé que le devolvió a la vida y que le ayudó a reencontrarse consigo mismo y con su familia.
Cuando tienes una sentencia y consigues sobreponerte, simplemente te das a la vida. Aprovechas cada momento como si fuera único, te gastas el dinero sin pensar qué pasará mañana, viajas y disfrutas de la compañía de los que quieres.
Eso hizo él. Con una entereza y un saber estar apabullante, dándonos ejemplo de su dignidad como persona y como paciente. Sin una queja y gracias al apoyo incondicional de Carmen, mi madre.
Hay dos cosas que para mi como médico y para todos como familia tenía la necesidad de compartir con todos vosotros, porque han sido fundamentales y creo que igual os puede ayudar también a vosotros.
La primera, que pudimos hablar.
Hemos hablado de la muerte con absoluta naturalidad durante todos estos años y por suerte, sabíamos qué quería Paco que hiciéramos y cuál era su deseo al final. Hace dos años tuve con él la conversación más dura de mi vida en la que le prometí que llegado el momento, estaría allí para asegurar su confort. No imagináis la tranquilidad que nos ha dado a todos esto: nadie tuvo que tomar decisiones que no le tocaban y que nuestra mochila pesara más en estos momentos terribles.
Él no quería sufrir ni vivir conectado a aparatos. Cuando vi su derrame pleural izquierdo tan fácil de drenar, mi parte intensivista se lo pensó dos veces, pero el hijo puso ese sentido común que muchas veces nos dan las familias y pensó…”¿Para qué? ¿Para una semana más? Esto no es lo que quiere…”.
Aprovecho este gran altavoz para devolveros todos los apoyos que hemos recibido,  para intentar ayudaros y ayudarnos. Amigos míos: pensad en vuestra propia muerte. Escribid vuestras voluntades anticipadas. Hablad con vuestras familias. Esto os permitirá estar serenos y enfocados en acompañar, sin más. Escuchar a las personas ayuda.
La segunda, su generosidad.
Paco decidió donar su cuerpo a la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y nosotros simplemente tuvimos que llamar a un número de teléfono. Dejó todo pensado, y solo tuvimos que hacer su voluntad. Era lo que él quería. Así que este es el motivo de que no haya entierro, y quien le conoce bien sabe que era una persona profundamente religiosa. No quería velatorios a pesar de las convenciones sociales, pero sí que haremos una misa.
Lo que no se da, se pierde.
En cuanto a mi, estoy feliz a pesar del dolor. Pude cumplir mi promesa y para ello también hace falta una gran dosis de suerte: hay mil intangibles que podrían no haberlo hecho posible. Supongo que su amigo el cáncer nos ayudó esperando a que nos juntáramos todos y pudiéramos acompañarle mientras pasaba al otro lado. Todo un detalle por su parte y toda una suerte para nosotros.
Y agradecido con todos los que de una u otra forma, conocidos y desconocidos, desde España o desde miles de kilómetros de distancia, habéis mandado toda esta energía que hoy teclea estas líneas. 

Y recordad: el último sentido que se pierde … es el sentido del humor.
Gracias de corazón,
Gabi