Un señor de 79 años que fue atendido en su domicilio por dolor precordial, se activó el código infarto y fue trasladado a un hospital mediante helicóptero medicalizado.A su llegada se realiza estudio hemodinámico cardíaco en el que se objetiva oclusión de la arteria coronaria derecha, colocándole un stent con un resultado óptimo. Ingresó en la unidad coronaria y en las siguientes horas persistió con hipotensión arterial y lactato elevado. Se realizó un escáner torácico y abdominal que objetivó signos de isquemia intestinal, se consultó a cirugía y se realizó una laparotomía exploradora. En la laparotomía se observó una isquemia de colon descendente por lo que se resecaron 30 cm y se practicó una colostomía. En el postoperatorio inmediato ingresó en la UCI dónde desarrolló shock, insuficiencia respiratoria y fracaso renal. A los 14 días de evolución tórpida con necesidad de sedación, VM, antibióticos de amplio espectro, depuración renal y nutrición artificial se inició el despertar y la desconexión del respirador que fue infructuosa por gran debilidad muscular.

Una mañana en la que el médico responsable habitual salía de guardia, me encargó que le solicitara el consentimiento informado para realizarle la traqueotomía percutánea al día siguiente. Así pues, a la hora de la visita me dirijo a su esposa, una mujer mayor sentada al lado del paciente que le está cogiendo su hinchada mano.

– Buenos días, me gustaría solicitarle autorización para realizarle a su esposo una traqueotomía para facilitar la desconexión del respirador, le voy a explicar que esta técnica…

Se levanta con dificultad de la silla y con ojos llorosos me dice: “Doctor, estoy muy contenta por todo lo que están haciendo por mi marido, son ustedes excelentes profesionales y personas, pero como veo que usted ya tiene unos años de experiencia me atrevo a decirle: NO, no dejaré que le hagan más cosas a mi marido, no más agujeros ni más máquinas.

Le explico: vivíamos desde hace 55 años bien casados en la masía alejada del pueblo con nuestros hijos y nuestras tareas habituales. Mis hijos marcharon a la ciudad y hace tres años mi marido sufrió un ictus y quedó paralítico del lado derecho. Yo misma le he cuidado todo este tiempo en que hemos podido querernos y reconocernos el uno al otro.

Sé que la medicina está muy avanzada y cada vez que me han propuesto un tratamiento ha sido en base a unos criterios científicos que yo no entiendo muy bien, por lo que he autorizado todo, pero ahora sinceramente le he visto a usted mayor y con aspecto de tener unos padres en la misma situación y he aprovechado para decirle que NO voy a permitir que le hagan más cosas a mi marido y le pido a Dios que deje de sufrir”.

Fuente: Psicología
En base a esta experiencia y seguro que vosotros tendréis otras muy parecidas, me gustaría proponer que en la NOTA DE INGRESO de los pacientes que ingresan en UCI se establezca, además del motivo de ingreso, lo antecedentes patológicos, la enfermedad actual, se añada un apartado obligatorio que se puede denominar:ENTORNO FAMILIAR Y VOLUNTADES

Y al final en el plan de tratamiento debería constar siempre hasta dónde vamos a llegar con nuestras técnicas, si se van a realizar maniobras de resucitación o no, si manifestaron intención de donar órganos, y lo más importante, si hemos hablado y consensuado estas decisiones con el equipo y la familia.

Deberíamos “humanizar” la nota de ingreso del paciente crítico valorando aquellos aspectos de la vida del paciente y sus voluntades, de tal forma que las decisiones clínicas, técnicas y científicas del equipo de profesionales responsables, estuvieran siempre alineadas con las decisiones de vida del paciente y sus familiares.