¿Qué nos mantiene sanos y felices a lo largo de la vida? Esta es la pregunta que han realizado a una muestra de hombres y mujeres, a lo largo de 76 años, en un proyecto de investigación de la Universidad de Harvard.

Se trata de un estudio longitudinal, metodológicamente complejo, iniciado en 1938, justo antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó con 724 hombres de diferentes contextos sociales (un grupo de universitarios de Harvard y otro de los entornos de máxima pobreza de Boston), a los que se les preguntaba sobre su trabajo, vida personal y salud. A lo largo de todo este tiempo y hasta el día de hoy, el estudio ha ido incorporando a las mujeres, hijos, nietos, bisnietos… de esa muestra originaria (de la que aún viven 60 individuos), y actualmente se trata de un estudio sobre más de 2000 personas. La finalidad del trabajo es la siguiente: analizar los factores que llevan al ser humano a una vida plena y feliz.

Para ello se siguió la evolución de todas estas personas en sus diferentes contextos socio-económicos, de salud física y emocional. Todo ello, tanto desde la propia percepción de la persona y sus allegados (con entrevistas a sus parejas e hijos), como a través de medidas objetivas obtenidas mediante cuestionarios, análisis clínicos, historial médico o estudios de ADN.

A lo largo del estudio, hay un resultado que se repite con los años: las personas que viven más años, con mayores indicadores de salud física y emocional, los que se perciben a si mismos como más felices, no son aquellas de nivel socioeconómico superior, con mejor alimentación o mayor fama, sino aquellas personas que dedican años de su vida y esfuerzo personal a construir relaciones profundas, vínculos afectivos sanos, relaciones positivas, de respeto y confianza, y que ponen empeño en la superación de las crisis.

Son tres las conclusiones básicas del trabajo:

1- Las conexiones sociales nos hacen bien y la soledad nos enferma.

2- Lo esencial no es la cantidad, sino la calidad de las relaciones interpersonales.

3- Las buenas relaciones nos protegen físicamente y emocionalmente.

El cuarto, y actual director de este proyecto de investigación es el Dr. Robert Waldinger, psiquiatra del Massachusetts General Hospital y profesor en la Harvard Medical School. Según explica Waldinger en su blog y en la charla TED donde expone este trabajo: “el mensaje más claro de estos años de estudio es este: las buenas relaciones nos hacen más felices y saludables”.

Otras investigaciones nos dicen además que los profesionales sanitarios con mayores competencias psicosociales, emocionales y de orientación humana, plantean menores niveles de desgaste profesional y perciben mejor el sentido de su trabajo. Sabemos también que los estilos de comunicación utilizados en la atención clínica, influyen claramente en variables de salud de los pacientes, físicas (como la presión arterial) y emocionales (como el estrés percibido). Es decir, además del beneficio claro para la vida cotidiana, como señala el Estudio Harvard para el Desarrollo Humano, en el ámbito profesional, las relaciones interpersonales también nos dan energía y bienestar cuando invertimos en ellas.

En el contexto sanitario en general, y de forma concreta en las Unidades e Cuidados Intensivos, somos personas trabajando con y para personas, en continua interacción entre compañeros, pacientes, familiares… Remar en la misma dirección y cuidar la calidad de dichas relaciones, es esencial para humanizar el cuidado y para el bienestar de todas las partes. Utilizar el lenguaje universal del corazón, desarrollar y aprender human tools, poner más atención en “el otro”, conectar con él con escucha activa y presencia plena, será entonces la mejor medicina que podemos dar y recibir.

Macarena Gálvez Herrer