Hola a tod@s, mis queridos amigos.
Desde la UCI del Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda, los doctores Carlos Chamorro y Miguel Ángel Romera nos dan su punto de vista en la revista Medicina Intensiva.
Queremos compartir un pequeño resumen del artículo, para que desde el sentido común y la ciencia podamos llevar a cabo las correspondientes acciones de mejora en este campo tan concreto y tan del día a día. Muchas gracias a los autores.
“Dolor y miedo siguen siendo de los recuerdos más frecuentes que refieren los pacientes tras su ingreso en UCI.
Recientemente, una importante política de nuestro país comentaba en un programa de alta audiencia televisiva su experiencia como paciente en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Además de expresar su profundo agradecimiento y la profesionalidad de todo el personal implicado en la curación de su grave proceso, calificó su estancia y recuerdos en la UCI con los «sentimientos de dolor y miedo», añadiendo el comentario: «la UCI es la sucursal del infierno y la gente que allí ha estado lo sabe».
Aunque estos comentarios parecen duros, a los intensivistas no nos deberían sorprender ni molestar. Al contrario, una vez más nos deberían hacer reflexionar sobre nuestro trabajo diario y la visión que de él tiene nuestra sociedad.
El empleo de estrategias de sedoanalgesia inadecuadas tiene consecuencias adversas como la prolongación del tiempo de ventilación con su asociada comorbilidad, el aumento de la incidencia de delirio, una estancia más prolongada en UCI y en el hospital e incluso una mayor mortalidad. Pero la repercusión va más allá del alta hospitalaria asociándose a secuelas neuromusculares y psicológicas que influyen negativamente en la calidad de vida del paciente.
Con base en esta evidencia, las últimas guías publicadas de sedoanalgesia en el paciente crítico remarcan la necesidad de monitorizar y tratar debidamente el dolor junto al mantenimiento del paciente despierto durante la ventilación mecánica, salvo contraindicaciones, asociando también pruebas diarias de ventilación espontánea y una movilización más precoz del enfermo.
Si queremos humanizar nuestras UCI, el «sentar al sillón» no debe ser un objetivo prioritario en el tratamiento. La movilización precoz es útil pero debe aplicarse de forma gradual, en función de la situación del enfermo y no simplemente cuando el médico lo considere oportuno. En este contexto, de minimizar la sedación y realizar una movilización precoz, adquiere todavía más relevancia el desarrollo de protocolos rigurosos de analgesia y sedación para su aplicación ante dichas movilizaciones o durante la realización de pruebas diagnósticas o terapéuticas que puedan producir dolor, ansiedad o miedo al paciente.
Se deberían emplear protocolos de analgesia y sedación, entre otras actuaciones, para la canalización de vías, aspiraciones traqueales, colocación y retirada de tubos de tórax, sondas nasogástricas o vesicales. Por ejemplo, la retirada de un tubo torácico, un drenaje quirúrgico o la colocación de un catéter arterial están entre los procedimientos más dolorosos en UCI.
La UCI es el lugar más adecuado para administrar y monitorizar el efecto de cualquier analgésico.
Es necesario concienciarse de la necesidad de aplicar un abordaje de cuidado integral, multidisciplinar, del paciente crítico que incluya, entre otras medidas, una correcta analgosedación, la valoración, prevención y manejo adecuado del delirio, incluyendo medidas para facilitar el bienestar en la UCI y el descanso nocturno, la valoración de la retirada precoz de la ventilación mecánica o el inicio precoz de la rehabilitación, incluyendo una movilización progresiva ajustada a la situación del paciente, sin olvidar la imprescindible atención más humana del enfermo y familiares, como ya se ha mencionado anteriormente.
En esta estrategia deberían participar, no solo los profesionales sanitarios, también los gestores con algunas medidas, con frecuencia relegadas por motivos diversos, como pueden ser facilitar una adecuada relación enfermería-paciente, fisioterapeutas a tiempo completo en UCI o corrigiendo algunos defectos estructurales por poner algunos ejemplos. Solo de esta forma se podrá eliminar la percepción de la UCI como «sucursal del infierno», se podrá disminuir la sensación de miedo que tienen los pacientes, antes y durante su ingreso, y contribuiremos a mejorar su evolución e incorporación, nuevamente, a la sociedad tras la enfermedad crítica.”
Feliz Martes,
Gabi