99 días
Dame un beso de papel mamá, de esos que se quedan pegados entre tu mascarilla y la mía, de esos que no tienen temperatura pero que suenan como los de siempre.Besos de papel como caramelos que puedan quedarse atrapados en los plieguecitos de la máscara y así, de regreso a casa, los voy sacando y pegándomelos en las mejillas.

Estuvimos durante tres meses aislados y separados, mi hijo no sabía de mi nada más que lo que le contaban y yo no quería noticias suyas, era muy doloroso saber que fuera había un niño que dudaba de si seguía viva o no.

Como explicarle a un niño que su madre vive pero que no puede verla ni recibir una carta de ella, como hacer que lo crea posible, si el día de su cumpleaños no tiene la esperada llamada de su madre, si el espacio donde dicen que está, es desconocido para él.

Cuantos besos se quedaron sin dar en ese tiempo, cuantas lágrimas de miedo.En el espacio de la UCI, hasta los besos se convierten en soldados de un ejército de gérmenes y bacterias aterrador.

Los besos se quedan en las puertas de la UCI, en los labios de los enfermos, pierden su gesto, su sencillez y se marchitan.

A mi hijo le dejaron visitarme en la UCI, después de muchas semanas; le camuflaron con gorro, bata, guantes y mascarilla para poder entrar a verme. A mi me sentaron en el sillón. Seguía conectada al respirador.

Dame un beso de papel mamá,

Que se quede pegado en la mascarilla y me lo pueda llevar a casa.
Un beso de papel, de los tuyos, de los míos.

Raquel Nieto