La calidad de vida es una noción holística (una realidad como suma de todo lo que la compone) abierta a muy diferentes evaluaciones.
En la Grecia clásica la mejor calidad de vida era la vivida en el goce de los bienes humanos básicos. En la actual consideración de Occidente, ¿no tienen calidad de vida los que carecen de esos bienes?.
Pasemos a nuestro plano, en la UCI. Algo que nos suena tan recurrente como “combatiente”: el coma, donde hay pérdida de conciencia y razón, con imposibilidad de alimentación si no es asistida. ¿Qué nos aporta la filosofía moral entre alimentar o retirar?.
Estar en coma, ¿es calidad de vida?.
Comencemos distinguiéndola de otro concepto que sí que admite niveles: la CONDICIÓN FISIOLÓGICA. Podremos estar mejor o peor de salud, lo que está reservado al diagnóstico médico que culmina en una terapia, pero que en nada se relaciona al juicio general sobre una CALIDAD DE VIDA. Ambos términos no son coincidentes.
En la consideración de Occidente asienta una sinonimia contundente, por la racionalización estándar de lo que es mala calidad de vida, sobre todo de la mano del utilitarismo (a la vez tan denostado como empleado), donde dolor y pérdida son INTOLERABLES componentes del juicio moral.
Una noción básica de la teoría de la acción tradicional considera como buen análisis de una acción el distinguir LO QUE SE HACE y POR QUÉ SE HACE.
Lo primero es la acción (o la omisión) en si y la segunda la consecuencia esperada de la misma. Una persona puede estar carente (en omisión) de bienes y no por ello tener una vida que no desee vivir, por muy INTOLERABLE que le parezca desde el exterior a quien opine que NO VALE LA PENA VIVIRLA. La dignidad es una propiedad intrínseca que NO ADMITE NIVELES, ya que expresa el VALOR  de la persona.
Tampoco la afirmación de que la vida es un bien humano básico equivale a VITALISMO. Éste, aún en ausencia de salud, apuesta por una prolongación a ultranza de la existencia física. Si volvemos al principio tradicional, tan racional es fomentar los bienes como renunciar a aquellos que en su circunstancia permiten obtener otros.
Aristóteles, en De Anima II, lo tiene claro: distingue entre las facultades o poderes en las cosas vivas. En pacientes en coma, los poderes racionales y sensitivos ya no pueden activarse de modo normal, por lo se pasa al poder “vegetativo”, independiente de la conciencia y voluntad, pero conservando íntegra su naturaleza humana.
Si la naturaleza lo propicia, dejaremos que actúe y consideraremos adecuada la consecuencia de su curso.
Gracias.
Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)

Médico Intensivista.

Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias