Ser profesional sanitario (en mi caso enfermera) y a la vez ser paciente crítica es duro.
Ver las caras de tus compañeros al atenderte, los monitores, las técnicas que te van practicando….todo es un sumatorio que sabes a donde te va a llevar.
Soy (o era) enfermera de urgencias de un hospital de tercer nivel de Barcelona. Joven y sana. Una noche me empezó a doler la cabeza, era un dolor nunca antes sentido….y en cuestión de horas prácticamente me veía despidiéndome de mi familia y mis compañeros, y preguntándole al médico (mi compañero) de urgencias si iba a llamar a los intensivistas. Y al intensivista si me iba a intubar.
Saber que dejas tu vida en manos de tus compañeros, que se van a dejar la piel para salvarte, que van a luchar a tu lado. ¡Podéis imaginar lo que se siente cuando sabes que te van a dormir y no sabes lo que va a pasar!.
Recuerdo los ojos de los profesionales que me atendieron, su mirada de preocupación. Mi vida era su trabajo. Por lo que se ve me resistí a dormirme: me fui a mi coma inducido pidiendo que valoraran si mis hijos se habían podido contagiar y que cuidaran de ellos.
Es duro. Le pudo tocar a otro, pero me tocó a mi. Cogí gripe A, neumonía, y de manera fulminante hice una insuficiencia respiratoria.
De los primeros 8 días intubada y pronada no tengo recuerdos, algún flash, alguna sensación.  No estaba bien para extubar, mis pulmones no funcionaban. 

Pero si creíais que era duro el ponerte crítica más duro es el destete. Abres lo ojos, intentas orientarte. Te orientas mínimamente (sigues bajo los efectos del relajante muscular y de sedación) . Ves todos los cables y medicación que llevas. Te notas el tubo y la sonda. Tienes tos y el respirador pita (un sonido que nunca olvidaré). Con la desagradable sensación de toser llevando el tubo te llevas instintivamente las manos a la garganta, cosa que la enfermera interpreta que estás desorientada y te quieres sacar el tubo.
Pues a la sensación de todo lo anteriormente explicado sumadle que te aten las manos. ¡Qué sensación de indefensión!
Intentar comunicarte es imposible. Y lo intentas pero no sirve de nada. Quieres preguntar y no puedes. Quieres saber y es imposible, dependes de lo que te explican. Ves que te ponen medicación, ¿pero qué es?. Dices que no con la cabeza cuando ves llegar a la compañera con la bolsa de nutrición enteral (sienta fatal).
Yo me orientaba por los turnos de las enfermeras. Sabéis lo diferente qué se puede llegar a ver la habitación dependiendo de quien entra por la puerta. Solo tengo palabras de agradecimiento a todo el mundo que se preocupó por mi.
Pero había gente que iluminaba la habitación al entrar. Cuando sabes que fui yo, pero podía ser cualquiera, lo ves reflejado en las caras de tus compañeros.
Podría escribir un libro sobre el ver como te complicas en urgencias, sobre cómo se vive el destete (lo más duro y aunque fuera progresivo a mi se me hizo una eternidad), sobre lo que refleja tu cara como profesional (compañeros míos) al paciente (os aseguro que la cara es reflejo de lo que sientes), sobre la profesionalidad qué hay en los hospitales públicos (me quito en sombrero porque hoy estoy viva gracias a los profesionales que trabajan en ellos), sobre la amnesia previa qué sufres gracias a la medicación, sobre el momento de la extubación (muy duro), sobre las cosas que te explican tus compañeros que has vivido, sobre la recuperación (bendita miopatía del crítico que prácticamente hace que tengas que aprender a caminar o que simplemente ducharte tú sola parezca un esfuerzo sobrehumano).
Tengo un cariño infinito de por vida al equipo de urgencias, , en especial a Santi qué veía como su cara iba cambiando cada vez que entraba al box (¡vaya marrón Santi! ¡Los de la casa somos lo peor!) .
¡A mis enfermeras y TCAIS que fueron todas! . A mi Carmela que se volcó conmigo y con mi familia. A Mauricio y a Marcos que lucharon horas en los momentos iniciales. A Judit, mi doctora. A Jesús por confiar ese día en mis pulmones (¡vaya rato me hicisteis pasar en la extubación!). A las enfermeras de la UCI ( Dory, Celia, Gemma, Alex, Elena D., Elena L., Julia, Montse y a mi eterna Tati). ¡Y a todos aquellos que me conocen porque me han llevado dormida pero yo no los conozco!.
 ¡A todos esos profesionales les debo la vida!. ¡Gracias de corazón! Hicisteis muy bien vuestro trabajo!.
Para mi familia fue una verdadera HU-CI. Los arroparon, los informaron, los trataron con cariño.
Podía pasarle a cualquiera, pero me tocó a mi.
Enfermera de Urgencias