Desde pequeños hemos oído esto: Más vale prevenir…que curar. Incluso recuerdo que en la Facultad nos decían muchas veces que la mejor medicina era la Preventiva.

Ahora bien, uno que conoce el Sistema Sanitario desde dentro, por verlo y por vivirlo, realmente concluye con certeza que los hospitales son lugares muy poco hospitalarios. Y no solo para pacientes o familiares, que por supuesto deberían estar en el centro de la atención: también para los profesionales que dedicamos nuestra vida y nuestro tiempo a la asistencia sanitaria.

Últimamente en redes sociales se habla mucho del desgaste profesional a nivel nacional e internacional, y parece una desgraciada realidad que nos une a todos. Tasas del 33% al 85% en según qué países, y la sensación muy descorazonadora de que nadie hace nada para cuidar al cuidador. Desde hace ya tres años, desde Proyecto HU-CI venimos celebrando experiencias formativas sobre la prevención y estrategias para prevenir el síndrome de burnout, y es muy curioso no solo observar que los cursos completan el aforo al instante, sino descubrir hasta qué grado los profesionales están hastiados. Me genera una profunda tristeza ver cómo personas que han dedicado su vida a los demás, acaban hasta las mismísimas narices de las condiciones laborales, los ratios, las estructuras deficitarias y la falta de recursos.

Mientras tanto, desde las Consejerías de Sanidad y Ministerios de Salud de los diferentes países, se crean puestos políticos para la Humanización de la Asistencia, Planes Estratégicos de Humanización, etc. Todo esto está muy bien, si se vieran los cambios y se invirtiera el dinero público en recursos humanos, materiales, formativos y estructurales. Si fueran proyectos de interés general, dotados de presupuesto y destinados a medio-largo plazo independientemente de quien gane las elecciones o quién sea nombrado responsable de turno (al que se le debería presuponer formación, conocimientos y experiencia en el tema). Porque si no, todo se convierte en humo: HUMONIZACIÓN. Y por desgracia, todo el mundo nos mete en el mismo saco y es la peor prensa que podemos tener los proyectos ejecutivos de humanización.

Pero también, uno piensa que tendrá cierta responsabilidad en el tema, que no es todo cosa de echar balones fuera y quizás algo sí podríamos hacer.

Y la clave es parar y recordar porqué elegimos esto, qué cosas mantienen nuestra motivación intacta, qué actitudes nos hacen felices y cómo podemos aprender nuevas herramientas para no desgastarnos. Comentaba el otro día también en las redes que es muy curioso cómo las experiencias formativas que trabajan la persona y la relación (Compasión, Comunicación, Escucha Activa, Acompañamiento), y que son intrínsecamente humanas, siempre quedan con aforo libre.

¿No quedamos en que era mejor prevenir que curar? Está muy bien mirar para fuera, pero creo que es mejor aún mirar para dentro. El día que invirtamos la tendencia, que no haya que recuperar personas quemadas y que logremos transformar esta realidad que afecta a todos, habremos cambiado las reglas del juego de verdad.

Por Gabi Heras