Como paciente permanecía allí, con la mirada fija, impresionado al ver y oír a diez personas a su alrededor hablando de él… Pero sin consultarle nada.Su fastidiosa neumonía se había convertido en algo extraño que sonaba cómo a “Atelectasia”, y que al empeorar, le había llevado de la Planta a Cuidados Intensivos. Un intenso ahogo le había tenido toda la noche en vela. Estaba, nervioso e inquieto pensando de qué forma se había complicado el hecho de ingresar para intervenir una simple fístula.

Discutió durante la noche con todo el equipo de enfermería debido a la claustrofóbica mascarilla de ventilación no invasiva. Al amanecer volvió a la carga… esta vez con las auxiliares de la mañana que insistían en hacerle la higiene con agua fría. Él se negaba. No le parecía lo más importante  en ese momento.

Mientras en otra sala todo el equipo médico estaba reunido.

El hombre que exigiría explicaciones de sus pulmones ignoraba que precisamente hoy, había programada una sesión clínica y práctica de tomografía por impedancia eléctrica. El Hospital acababa de comprar la primera unidad y debían aprender su funcionamiento.
A media mañana observó cómo monitorizaron a otro paciente. Estaba sedado y dormido, muy cerca de él. La unidad con un diseño abierto permitía ver al resto de internos. Aunque el cansancio le vencía pudo observar toda la escena.Se preguntó: “¿Qué demonios ocurre para que todos los médicos estuviesen allí concentrados?”.  La curiosidad le obsesionó hasta el punto de inhibirle el sueño.

Tras un buen rato, pareció que finalizaban su tarea, luego dialogaron en grupo. De improvisto se dirigieron a su cama. El que parecía el jefe le explicó que le pondrían un cinturón en el pecho, que no le haría daño, que podrían ver como trabajaban sus pulmones. No debía temer, el sistema era inocuo.

La pantalla del monitor empezó a mostrar las imágenes, los presentes comentaron los movimientos del aire entrando y distribuyéndose por los pulmones, de cómo variaban en función de la posición del paciente y de los cambios que hacían en el ventilador.

Había uno que dirigía el grueso de las explicaciones. Los demás asentían la cabeza, o preguntaban. Parecía seguro de lo que decía. Todos hablaban de él, de sus pulmones y nadie tan siquiera le miraba…

Imágenes en movimiento dinámico, herramientas inteligentes, curvas, pantallazos, distribución del aire, zonas de colapso, sobredistensión…. Escuchaba palabras y jerga que él jamás había oído, pero estaba seguro de que hablaban de él. La experiencia llegaba a su final, se notaba por el tono de sus palabras, algunos argumentos se repetían. Parecían cansados. Hablaban ya de retraso, de visitar a otros pacientes… Y empezaron a retirarse del Box.

El hombre que exigirá explicaciones sobre sus pulmones ya estaba preparado. Se quitó la mascarilla facial con furia y dijo:

“-¡ A mí !, ¡ Ahora me toca a mí !, ¡ Quiero que me lo volváis a explicar de una manera que yo lo entienda !”.Ella, su doctora, sacó su faceta más sensible y humana, le dio todas las explicaciones posibles hasta que el hombre lo entendió.

Y él suplicó: -¿Pueden dejarlo encendido aquí un rato, a mi vista?. La respuesta, obviamente se acompañó de una afectiva sonrisa.

Por fin Juan, el hombre que exigía explicaciones sobre sus pulmones, pudo serenarse y conciliar definitivamente el sueño.@carlescalaf
Historia basada en hechos reales.