Chiquillo de 15 años. Ciclomotor. No está invitado el casco. Pues eso, lo inevitable; ingreso en UCI por traumatismo cráneo-encefálico. Padres en vías de separación. Reproches previos en sala de familiares. Visitas separadas por decisión de las partes.
Nuestro paciente mantiene durante 24 horas marcada somnolencia. El porrazo ha sido grande y con repercusión parenquimatosa. A las 48 horas sus lesiones cerebrales no han progresado y ya mantiene un estado de alerta. Reclama lo que le conecta al mundo, con esa dependencia cibernética de la que aún no hemos reparado que conculca de forma rotunda nuestra AUTONOMÍA personal (la que pretendamos tener o creer que hayamos tenido en alguna ocasión).
Reclama el bendito móvil.
No deja descansar al “cacharrito” un solo instante; noticias, whatsapp, música, hasta lo usa de mando a distancia de la tele. Pero, al cuarto día, llega un momento fatal. Comienza a llorar desconsoladamente en una de estas incesantes manipulaciones. Posteriormente conozco que su chica (precocidad obvia), le ha regañado y le dice que ASÍ no le quiere. El chico empeora, sus lesiones progresan y se acaba trasladando a nuestra neuro-UCI de referencia.
Ella, su chica, sin saberlo, y lo digo porque con esa edad se está para otras cosas, ha llegado al planteamiento de un problema fundamental de la Ética: LA RESPONSABILIDAD MORAL. La moral tiene por ámbito las acciones (y pasiones) humanas. Y solo es acción moral merecedora de elogio o reproche aquella que es VOLUNTARIA. Y la voluntad comprende el concepto de ELECCIÓN a la que nos conduce una DELIBERACIÓN previa. En la “Ética Nicomacea” (concretamente en su libro III) a la AUTONOMÍA se le considera “libre albedrío” (albedrío: potestad de obrar por reflexión y ELECCIÓN).
Me niego en acabar sin final feliz.
Y os cuento cuatro. Al segundo día de visitas diarias los padres accedieron a hacerlo juntos. El día que se traslado al chiquillo, percibí miradas de complacencia y complicidad entre los padres que no existían el primer día. El chiquillo mejoró tras su estancia en nuestra neuro-UCI de referencia. Y conocí a su chica; apuntaba muy buenas maneras.
Gracias.
Félix José Martín Gallardo.