La forma exterior de los coronavirus, parecida a una corona, es lo que les da su nombre común. Coronar, además de poner una corona a alguien, también significa llegar al final o a la culminación de una cosa de manera satisfactoria, alcanzar el punto más alto. Lo usamos para referirnos a la consecución de una meta difícil, como el ascenso de una montaña y la llegada a su cumbre.

En estos días difíciles para nuestro Sistema Sanitario, es frecuente oír alabanzas a los profesionales sanitarios que lo componen, señalar su fortaleza, colocar las esperanzas en su trabajo. Todos esperan que asciendan sobre las dificultades, que bordeen los precipicios, que les funcionen los equipos de protección y que exista una adecuada gestión del riesgo (para ellos y para los usuarios del Sistema).

La realidad es que se trata de un ascenso complicado y que el miedo también existe entre los profesionales por la dificultad de la tarea, por si mismos y por sus seres queridos. Se trata de personas de las que se espera que no fallen, porque de eso depende, en gran medida, el resto de la sociedad. Cuando la presión es máxima, la posibilidad de ruptura se hace presente, y además de estados de elevada fatiga, estamos viendo ya algunas situaciones de máximo estrés, ataques de ansiedad y elevada angustia por la sensación de no llegar a todo y tener que intentarlo, en muchas ocasiones, sin los recursos suficientes para poder hacerlo de forma adecuada. Se denomina “carga emocional” a ese coste emocional en el que se incurre al tratar de afrontar las demandas emocionales de la tarea, contexto y situaciones específicas en los que el trabajo se desarrolla.

Lamentablemente en nuestros hospitales es aún escasa la participación de los psicólogos que puedan colaborar en el manejo de dicha carga. Vemos cómo se les incorpora de forma normalizada a las situaciones de crisis y emergencia “de puertas para afuera” y la sociedad los espera encontrar en esas circunstancias ajenas al contexto hospitalario. En la situación actual, su trabajo sería de gran apoyo para los profesionales, familiares y pacientes que cada día se enfrentan al miedo, la incertidumbre y el riesgo, pero para ello deberían incluirse en diversas áreas hospitalarias más allá de las que ocupan hoy en día.

Con el objetivo de ofrecer unos apuntes generales para la definición y manejo de estos riesgos emocionales, incorporamos como anexos a este post dos documentos:

  • El primero de ellos pretende ofrecer una síntesis esquemática de tales riesgos, porque no podemos manejar lo que no conocemos. La primera máxima de la salud laboral es la identificación y evaluación del riesgo, y la de la auto-regulación emocional la identificación y conciencia de los propios estados emocionales.
  • El segundo plantea algunas líneas de acción para la organización sanitaria y para el propio profesional, durante el periodo de crisis asistencial y para después de la misma. No existen recetas perfectas, cada ser humano afronta este tipo de situaciones en función de sus circunstancias personales, laborales, sociales…, pero hay algunas pautas a seguir que pueden servir de ayuda.

RIESGOS EMOCIONALES  |  RECOMENDACIONES

RISCOS EMOCIONAIS  |  RECOMENDAÇÕES

No tenemos superhéroes entre nuestros profesionales sanitarios, son personas. Y, desde una atención humanizada y centrada en la persona, es esencial verlos como tales para proteger sus aspectos de vulnerabilidad y fomentar sus fortalezas. Dejemos a los superhéroes en el mundo de la fantasía, y atendamos a las personas que cuidan de personas. Y cuando la situación crítica esté controlada, tengamos en cuenta que será un momento especialmente sensible, conocemos los efectos del estrés y el agotamiento prolongado, tanto a nivel físico como psicológico, y será esencial favorecer “la digestión” de lo vivido.

“Hacer cumbre” es solo la mitad del camino, no se termina la actividad de montaña hasta que se regresa a lugar seguro. Deseamos que todos nuestros profesionales estén bien, vuelvan a casa sanos y, sobre todo, que nuestras Administraciones no solo agradezcan el esfuerzo presente, sino que esto sirva para equipar y proteger adecuadamente a un Sistema Sanitario que no se achica ante los ochomiles que se le pongan por delante, pero que solo podrá hacerlo si se cuida del cuidador y en sus mochilas incluimos algo más que la vocación y el amor por la profesión que cada uno de ellos lleva dentro. Ahora, y después de que todo esto termine.

Por Macarena Gálvez Herrer.