Un médico escribiendo sobre enfermeras, gracias a la invitación de dos buenos amigos que ni siquiera aún pude conocer en persona. Pero es cuestión de tiempo.

 

Hay cosas que no es necesario decir, pero en otras muchas ocasiones es necesario gritar en alto lo obvio, por las dudas. Y esta es una de esas ocasiones.
Como podréis entender, tras más 15 años de relación estrecha, he vivido miles de historias y enseñanzas. Muchísimas relaciones y personas pasaron por todo este tiempo, que quizás puedan resumirse en la sensación de gratitud y admiración que guían estas líneas.
La eterna pregunta sobre el cuidado y la curación, y la incansable lucha personal por no elegir, porque yo lo quiero todo. Esa lucha de clases impuesta que no tiene ningún sentido, pero que perpetuamos de forma enfermiza.
Nuestra formación nos lleva a entrar en contacto más tarde de lo debido, cosa que nunca entenderé y que en algún momento también cambiaremos. Es allí, donde empieza todo, al lado de la persona que sufre. Y es allí donde siempre hay una enfermera. No hay nadie más.
En esa distancia corta y tan incómoda donde es tan difícil estar.
Allí estás tú, acompañando en silencio y llenando ese espacio con tu presencia. Incluso a veces sin ser consciente, enseñando cómo hay que hacer las cosas. Sin filigranas, simplemente haciendo un trabajo imposible para todos y guiado por el amor a los demás.
Casi nada.
Y la gente ve dioses donde no los hay, en vez de apreciar esas Aves del Paraíso. Incluso tú tampoco te ves, y eso tienes que cambiarlo compañera.
Es hora de decirlo, de devolverte aquello que nunca fue nuestro. Porque todos sabemos que sois imprescindibles.
Porque no podemos vivir sin tu presencia, tus silencios, tus manos, tu humildad, tu sensatez, tu paciencia, tu sonrisa, aquellas palabras que curan. Ahora que tus diplomas te acreditan en el mundo académico, ese basado en la evidencia, te agradezco lo que me enseñaste cada día y que nadie registró: un máster en relaciones humanas basadas en la entrega y el amor, del que apenas empiezo a ser aprendiz.
Gracias a todos y cada uno de mis compañeros de viaje.
Gabi Heras