No sé si os pasado alguna vez, pero no hay nada más gratificante para un profesional de cuidados críticos que un paciente al que has cuidado semanas o incluso meses vuelva a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) para saludarte y darte las gracias.

Siempre pienso en las veces que habrán repasado y planificado ese reencuentro en su cabeza. ¿Sentirán alegría? ¿Angustia por volver a la UCI? ¿Miedo a que nos los recuerdes?.

Ellos se acuerdan de nosotras perfectamente. Llegan normalmente acompañados de sus familias, siempre sonrientes. Asoman la cabeza y preguntan por ti, por que se saben perfectamente tu nombre. Y alguien te avisa…

–¡Han venido a verte! Y tu levantas las cejas sorprendida. ¿Quién será? Y cuando sales, siempre te encuentras a alguien con aspecto frágil, pero con una sonrisa de oreja a oreja que se transforma en emoción y que con la voz entrecortada te pregunta:

– Hola ¿te acuerdas de mi? Y en el fondo un poco de razón esconde esa pregunta, porque los pacientes cambian mucho de verlos en pie y vestidos a tenerlos tumbados en una cama. Y no os negaré que alguna vez he tenido que mirar a los familiares para recordarlos.

Entonces les sonrío, les abrazo fuerte y así estamos durante un instante. Un momento irrepetible que no es más que la expresión de una fuerte experiencia de CONEXIÓN. Siempre me he preguntado por qué hay pacientes que vuelven y otros no; o por qué algunos profesionales reciben visitas con más frecuencia que otros. Incluso cómo es posible que haya familiares que vuelven a darte las gracias cuando el paciente ha fallecido.

Mi reflexión siempre ha sido la misma. Entre ellos y tu se ha creado una conexión especial. Y esta conexión es lo que da sentido a nuestro trabajo. La base de la conexión es la vivencia de una intensa vulnerabilidad compartida donde ambas partes se muestran “de verdad”. Es aceptar la vulnerabilidad por completo. En palabras de la investigadora y escritora Brené Brown “Para que exista conexión tenemos que dejar que nos vean de verdad”,  debemos ser genuinos. La conexión no es más que el resultado de ser auténticos, de renunciar a lo que pensamos que “debemos ser” para pasar a simplemente “ser”, y acompañarla de coraje y de compasión. Y añade: “La vulnerabilidad es la base del miedo, pero también donde nace la creatividad, el amor y la pertenencia”.

Conseguir esa conexión en nuestro trabajo no es más que un reflejo como profesional de mostrar también nuestra vulnerabilidad. Una conexión que va mucho más allá del resultado final ya sea la vida o la muerte.

Por Gemma Vía-Clavero

Webgrafía:

Brown, B. (Junio, 2010). Brené Brown: El poder de la vulnerabilidad. [archivo de vídeo].