Hola a tod@s:

Antes que nada, recordaros que hoy de 20.30 a 21.30 tenemos una cita con el Planeta: el apagón por el cambio climático. Así que hoy, el blog también estará a oscuras…



Y volviendo al tema de hoy…¿qué pasa con ese paciente de larga estancia en UCI cuando sale? ¿Cómo de dependiente quedará? ¿Estará deprimido, tendrá pesadillas, podrá dormir? ¿Volverá a ingresar con nosotr@s por la situación en la que ha quedado?


Precioso artículo de opinión publicado en The Newyorker el 21 de Febrero de 2014.


En “El limbo entre una vida digna y la muerte” (excusad mi traducción), la Dra Lamas cuenta el relato de Charlie Atkinson, un paciente de 76 años con una vida activa que sufrió un caudro de sepsis por infección por el virus del Nilo Occidental (trasmitido por la picadura de un mosquito). Tras un mes de UCI, pudo salir del hospital dependiente de ventilación mecánica y con síndrome confusional: solo sabía su nombre. Acababa de cruzar el peligroso límite entre sufrir una enfermedad de larga duración y la esperanza de la recuperación, un limbo conocido como “enfermedad crítica y crónica”. 


Este término fue acuñado por primera vez en los años 80, para describir a los pacientes que sobreviven a una enfermedad devastadora o a una cirugía agresiva, pero que siguen siendo dependientes de algún tipo de soporte vital. Es la gran diferencia entre salir vivo de UCI o salir con buena calidad de vida. 

Estos pacientes a veces dependen de un respirador, todos sabemos que son más propensos a las infecciones y a sufrir deterioros neurológicos o cuadros psiquiátricos. Y además del propio sufrimiento, se genera un sentimiento similar en las familias. La mitad fallecen el primer año, y muchos de ellos al final quedan confinados en una institución que les pueda dar los cuidados que requieren. Sólo un 10 % consiguen recuperar su independencia.
A medida que la población envejece y la tecnología aumenta, la lista de pacientes de este tipo crece exponencialmente. Y pocos de ellos llegan a la conclusión de que alguna vez mejoran a pesar de todo. Pocos de nosotros conocemos cómo es un hospital de crónicos, esto es, poco conocemos qué ocurre al alta de la UCI, y lo que viene después: traqueostomías, sepsis por catéteres, úlceras por presión, gastrostomías percutáneas, estados vegetativos persistentes, etc. 
Los que trabajamos en las UCIs no estamos entrenados en pensar a largo plazo: la vida, la inmediatez, la emergencia nos lo impide. 
Pero, ¿es lo que toca? ¿Deberíamos pararnos a pensar?. ¿Deberíamos trabajar y mejorar la comunicación con nuestros pacientes y familias, y entre nosotros?. ¿Deberíamos formarnos en Psicología o escuchar más al Rehabilitador?. ¿Somos quién para dar esperanzas o quitarlas a nuestros enfermos?

Me encantaría leer vuestras opiniones…

Buen fin de semana, con la luz apagada canallas!