En condiciones saludables (tanto individuales como organizacionales), el trabajo nos permite el desarrollo de competencias y habilidades, nos aporta niveles de auto-eficacia, influye en nuestra autoestima, facilita la interacción y relaciones sociales, y participa del cronograma y organización vital cotidiana; estructurando, por tanto, nuestro día a día y parte de nuestra identidad. Tenemos un día en el calendario en el que prestar una especial atención al efecto del trabajo sobre las personas, a los derechos y condiciones laborales. En gran parte del mundo, ese día es el 1 de mayo; en EEUU, Canadá y otros países, el Labour Day es el primer lunes de septiembre.

Y… ¿Cómo viven ese día los expacientes de UCI? La vivencia de la enfermedad crítica supone, para la mayor parte de las personas, un antes y un después. Recuperar la actividad laboral (cuando se trata de pacientes que trabajaban de forma previa al ingreso) es un sinónimo de vuelta a la “normalidad” y, por el contrario, su ausencia, un duelo más que elaborar. La Organización Mundial de la Salud1 coincide en ello y describe la salud mental como: “…un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.  La propia definición alude a la actividad laboral como un indicador más de una adecuada salud y bienestar.

La continuidad de cuidados y la atención a la salud física y emocional tras la UCI es cada vez mayor, pero aún quedan temas poco explorados y es escasa la intervención integral en ello. Uno de estos aspectos poco estudiados es la reincorporación laboral de la persona tras el paso por la vivencia de la enfermedad crítica.

Ya hemos hablado en este blog sobre la vida después de la UCI y sobre el Síndrome Post-Cuidados Intensivos. Sabemos que, además de las posibles secuelas físicas (en función de la enfermedad y curso de la misma), durante el primer año post-UCI, la incidencia de sintomatología relacionada con la ansiedad es de un 24%, de depresión un 28% y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) puede llegar a un 22%. La sintomatología depresiva tiende a mejorar durante el primer año, los síntomas de ansiedad habitualmente persisten más, y el TEPT puede permanecer más estable2. Otras alteraciones al alta se relacionan con déficits cognitivos en atención, memoria, concentración y funciones ejecutivas, y algunos estudios señalan que estas dificultades solo se identifican en un 12% de los pacientes por parte de los profesionales que los atienden tras la salida de la UCI3 y que, si bien suelen mejorar a lo largo del primer año post-UCI, existe un porcentaje de personas que mantienen el deterioro neurocognitivo hasta 6 años después. A pesar de todo ello, con esa “mochila” y el vértigo que supone la re-incorporación, un 64% de las personas que pasan por una UCI vuelven a su trabajo en los dos años siguientes al alta y la calidad de vida percibida en ellos es muy superior a la de las personas que permanecen desempleadas o con una incapacidad para el desempeño laboral4.

Existe por tanto un área de estudio e intervención interdisciplinar aún poco desarrollada. Si buscamos la SALUD (con mayúsculas) de los pacientes, necesitamos trabajar de forma integral con cada una de las piezas del puzle que la componen, abrir un campo de colaboración entre los profesionales de cuidados intensivos, psicólogos, rehabilitadores, médicos del trabajo y profesionales de la salud laboral, para entre todos facilitar que la reincorporación laboral no suponga una nueva crisis vital, sino la recuperación de esa parte de la identidad que todos tenemos en relación con nuestro trabajo.

Por Macarena Gálvez Herrer

Referencias

  1. OMS (2001). Fortaleciendo la promoción de la salud mental. Hoja Informativa Nº 220. Ginebra: Organización Mundial de la Salud.
  2. Myhren H, Ekeberg O, Telen K y col. Postraumatic stress, anxiety and depression symptoms patiens during the first year post intensive care unit discharge. Crit Care 2010; 14:R14.
  3. Torgersen J, Hole J, Kvàle R y col. Cognitive impairments after critical illness. Acta Anaesthesiol Scand 2011; 55:1044-1051.
  4. Quasim T, Brown J y Kinsella J. Employement, social dependency and return to work after intensive care. Journal of the Intensive Care Society 2015; 16(1):31-36.