En medio de esta pandemia, donde ha quedado de manifiesto que nuestro sistema sanitario tiene mucho margen de mejora, tengo la necesidad de intentar escribir sobre un tema que no haga alusión a la misma.

Así que me dispongo a reflexionar sobre un documento elaborado en el año 2015 (pero con absoluta vigencia) por los Defensores del Pueblo, “Las urgencias hospitalarias en el SNS: derechos y garantías de los pacientes”, porque supone una ventana donde asomarse y reflexionar sobre la realidad de las urgencias y las medidas y acciones que facilitarían un proceso de cambio. Cambio que en algunos casos precisarán de las instituciones y gestores, y en otros casos, de las personas que se encuentra en primera línea. Sin olvidar, que para cambiar algo, aunque parezca obvio, es necesario empezar y que cualquier cambio debería ser entendido como un proceso.

El documento al que hago referencia en este post, es realmente interesante, desde mi punto de vista, por tres motivos:

  1. Se elaboró integrando las perspectivas y aportaciones de pacientes/familiares (a través de diferentes asociaciones de pacientes), profesionales asistenciales y gestores.

  2. Realiza una descripción bastante precisa de la problemática de los Servicios de Urgencias Hospitalarias (SUH).

  3. Analiza y propone mejoras para dar respuesta a estos problemas.

A lo largo de sus casi cien páginas, cuarenta conclusiones y un anexo con nueve recomendaciones, las cuales se elevan al Ministerio de Sanidad, describe cómo las demandas de los pacientes/familiares se orientan hacia la despersonalización del trato, la desinformación, la dificultad para el acompañamiento, la falta de intimidad, confort y dignidad, demoras en la asistencia, falta de continuidad asistencial, dotación insuficiente de profesionales, infraestructuras inadecuadas y la falta de recursos en el manejo del paciente vulnerable; por su parte los profesionales y gestores, centran sus problemas sobre la saturación, presión asistencial y complejidad cada vez mayor de los pacientes, agresiones, burnout, ausencia de especialidad, heterogeneidad de los profesionales con mucho personal médico residente, falta de adherencia a los protocolos asistenciales y guía de prácticas clínicas, plantillas deficientes, falta o nula participación en el servicio por parte de los profesionales, desarrollo insuficientes de Técnicas de Información y Comunicación (TICS), dependencia de otras áreas para su funcionamiento, la escasa presencia del servicio dentro de la gestión del hospital y falta de formación en aspectos bioéticos.

Propone soluciones como la mejora de las estructuras físicas para mejorar la intimidad y funcionabilidad; el desarrollo de las TICS y del triaje estructurado facilitadores de la comunicación, continuidad de la asistencia y la planificación; adecuación de plantillas para dar respuesta a la saturación; especialidad médica y enfermera de urgencias por la importancia dentro de la actividad hospitalaria; estrategias de seguridad clínica por su incidencia y consecuencias; manejo del paciente vulnerable por su incremento y complejidad; formación en bioética con especial atención a la intimidad, confidencialidad, autonomía e información; trabajos colaborativos con otras áreas para evitar colapsos: altas tempranas, criterios de ingresos pactados, reserva de camas para urgencias, medidas alternativas de hospitalización y mejora del transporte sanitario; mejora en la actualización y adherencia de protocolos y guía clínicas; homogenización y agilización en las reclamaciones y sugerencias junto al desarrollo de programas de calidad y de acreditación, para la mejora continua.

Y eleva nueve recomendaciones al Ministerio de Sanidad que se orientan hacia el desarrollo de las TIC, seguridad clínica, la formación en bioética y participación en estos comités, aprobación de la especialidad en urgencias y emergencias, marco normativo para la acreditación de calidad y homologación de los SUH donde participen las asociaciones de pacientes/familiares, e implementación de una clasificación unificada de reclamaciones y sugerencias.

Como puede verse, este estudio hace una fotografía muy real de los problemas de los SUH y propone soluciones necesarias y viables para mejorar estos servicios. No obstante, echo en falta en el anexo de las recomendaciones, mayor grado de concreción y la inclusión en éstas de algunas relacionadas de forma específica con el cuidado de los profesionales o la identificación y el manejo de la vulnerabilidad.

Por otra parte, creo también importante señalar, que después de seis años, la transferencia y medidas concretas derivadas de estas recomendaciones al trabajo diario, dejan mucho que desear: los problemas siguen sin resolverse y la pandemia COVID los ha amplificado.

Estas críticas, en absoluto, restan valor a dicho documento, porque crea un marco general de referencia donde poder proponer y desarrollar acciones concretas. Un punto de partida, con estas diferentes miradas, para la necesaria transformación de los SUH que permitan situar a las personas en el centro del sistema, asegurando una atención digna.

En definitiva, se trata de abrir puertas donde antes solo había ventanas.

Se trata de pasar de la teoría a la práctica creando contextos facilitadores para la acción.

Se trata de humanizar la atención de 29.500.000 de personas al año que acuden a los Servicios de Urgencias Hospitalarias.

El equipo HURGENCIAS ya ha empezado (échale un vistazo a su manual), ¿te apuntas?.

SeguimHos!!!

Por Benjamín Yáñez