Publicado en The Wall Street Journal, 17 de Junio de 2016

“¿Una piscina en la UCI? No estás bien de la cabeza.”La voz de la enfermera se perdía entre el ruido del ventilador y las bombas de infusión.

Cinco días antes, habíamos ingresado a Bennie, un veterano de Vietnam, en la UCI de nuestro hospital de veteranos en Nashville, Tennessee. Frágil y arrugado, tenía una mirada de total confusión y un ceño fruncido que arrancaba las fibras del corazón incluso al médico más insensible. Décadas en los campos de tabaco del sur le dejaron lo suficientemente viejo para recordar la Presidencia de Hoover. Una neumonía doble y demasiada sedación le causó delirium.

Como por su médico, estaba agradecido por su familia. Su hija y su hijo, Laura y Len imploraban: “Tenga mucho cuidado de papá. Él es todo lo que tenemos”. Verle conectado a un respirador es aterrador, dijeron, pero creemos en los milagros. Tal y como le amaban, esa mentalidad podría ser problemática ya que la situación de su padre tenía todos los ingredientes de una enfermedad letal a pesar de nuestra mejor tecnología.

 

Con antibióticos y fluidos, Bennie mejoró muchísimo y se pudo retirar el ventilador varios días más tarde. Esa misma noche, sin embargo, un ictus masivo paralizó su lado izquierdo, y volvieron las medidas de soporte orgánico. Rápidamente administramos medicamentos trombolíticos, y mejoró otra vez, recuperando  el movimiento de su brazo izquierdo y la pierna. Al día siguiente, el interno nos informó: “Ha mejorado su delirium, y deletrea palabras con el tubo endotraqueal a pesar de la grave neumonía por aspiración.

 

Sentí que era una ventana de esperanza. Preguntamos sobre los objetivos de vida de Bennie a la luz de lo que había pasado y hablé directamente sobre la situación. Con sus hijos delante, le sostuve su mano y le miré a los ojos. Eligiendo mis palabras basado en lo que sabía acerca de sus antecedentes y las expectativas de la familia en los milagros, le dije: “Bennie, al igual que las plantas de tabaco eventualmente se marchitan y se marchitan, así nos pasa a nosotros. Has mejorado en algunos aspectos, pero en general estas muy débil. ¿Cómo podemos servirte mejor?”.

 A la mañana siguiente, Laura y Len eran optimistas, lo que me confundió bastante ya que Bennie parecía más débil que nunca. Señalaron unas palabras en una pizarra de la habitación, explicando lo que quería Bennie: “Signos vitales estables. Bautismo.”
Vi a Kelly, nuestra supervisora, sonriendo como un gato que se había tragado un canario. En sus brazos agarró una caja que tenía una piscina grande de vinilo. Primero me aseguré que esta fue realmente la solicitud de Bennie y no de la familia. Mi siguiente pensamiento fue que necesitaríamos un sacerdote para ungirle con agua bendita en su cama, pero Laura no estuvo de acuerdo.
“A Jesús no le rociaron, Doc, le sumergieron”.Un médico senior protestó que el paciente estaba con el ventilador y dijo que nunca había visto un bautismo como éste en 50 años de práctica. Había miles de opiniones sobre si esto era apropiado, seguro o incluso posible.

Se despejó un espacio grande al lado de la cama de Bennie y una bomba eléctrica infló la piscina. Como resultó demasiado difícil llenarla a cubos, un ingeniero preparó un tubo de diálisis para hacer circular en la piscina un chorro de agua tibia.  Luego izamos a Bennie en el aire a través de una grúa y el ventilador fue desconectado antes de bajarle a la piscina. Len llevaba suavemente en sus brazos a su padre, el hombre que le había mostrado cómo cultivar. Siguiendo la tradición cristiana, lentamente sumergió la cabeza de Bennie completamente bajo el agua diciendo: “Papá, yo te bautizo en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.” Por detrás, el ceño de  la trabajadora social de cuidados paliativos decía: “Asombrosa Gracia”. El resto estábamos congelados en el tiempo.

 

Lo primero que vimos al sacarle del agua fue el tubo corrugado azul del ventilador. Después apareció su rostro. La enorme sonrisa de Bennie parecía decir: “Mejor tarde que nunca”.
Cuando murió una semana más tarde, Laura me suplicó que le contara a otras personas acerca de su padre, esperando que su experiencia les demostrara que “Todos podemos ser fuertes a través de nuestra debilidad.”

 

De hecho, he visto decenas de pacientes y sus familias usando esa consunción extrema como catalizador para una profunda renovación interior. Los dos “marcos” más importantes que atravesamos en nuestra vida son el nacimiento y la muerte. Normalmente asociamos el bautismo con la vida, sin embargo, Jesús habló de la muerte como un bautismo que indica el siguiente paso formativo sobre lo que morir representa para nuestro viaje.

 

La respuesta del equipo de la UCI a la petición inusual de Bennie me enseñó una lección duradera sobre compasión y empatía. Compasión puede ser sentir lástima por alguien; empatía es sentir “con” alguien. En toda la locura que hubo en el  hospital ese día, bucear profundamente en la vida de Bennie a través de su bautismo conectado a un ventilador nos permitió a todos renacer también.

 

Estando “con” él en esa piscina y saliendo fuera de ella, caminamos en la vida de los demás mejor preparados para servirles.

 

Dr. Wesley Ely
Profesor de Medicina y Cuidados Intensivos en Nashville VA Medical Center y Vanderbilt University Medical Center.