A Eusebio le cuesta madrugar.

 

Es un día frío y se siente cansado, preferiría quedarse en la cama, esperar a que su hija le traiga la comida y ver tranquilamente la televisión. Ese sería un buen plan. Pero sabe que en los próximos minutos sonará el timbre, el muchacho le saludará como de costumbre y le bajará a la calle en silla de ruedas para llevarlo en ambulancia al hospital. Antes de llegar al destino recogerán a Paquita y a Roberto, cansados y perezosos como él. Es lunes y la semana comienza, una semana igual que la anterior.
Al llegar al hospital les dejan.
– “Os aparcamos aquí ¿vale?, frente a la sala de diálisis”.
– “Buenos días, ahora os atendemos, ¿cómo va todo?”.
– ” Todo va igual, no sé si bien o mal”.
– “Anímate Eusebio, que ya me han dicho que tu nieto va a venir a verte en vacaciones”.
La rutina comienza, rodeado de personas con color cetrino y aspecto aburrido. La televisión habla, las enfermeras hablan y los médicos van de un lado para otro.
– “Eusebio, los últimos análisis están un poco alterados, te vamos a cambiar un poco el tratamiento…ya hablaremos con su hija.”
En el puesto de enfrente ya no está el hombre mayor que estaba muy enfermo. Eusebio no se atreve a preguntar, pero en el vestuario han dicho que se murió. ¿Cómo habrá sido? ¿En casa tranquilamente? ¿Se complicó y lo llevaron a la UCI?.
A Eusebio le gustaría saber…Porque se da cuenta de que el próximo puede ser él. Pero bueno, ahora hay que pensar en la visita del nieto, en la comida que le prepara su hija (¡qué bien cocina!) y en el partido de fútbol del miércoles. Eso es lo que le hace disfrutar, y con eso se conforma. Si los médicos y las enfermeras no le dicen nada, será que todo va normal.
Pero a Eusebio le gustaría prepararse, saber qué sentirá cuando las cosas vayan mal, dónde estará. No quiere entristecer a su hija hablando de ello, y los médicos…Son muy majos pero están muy ocupados. Serán cosas mías, piensa Eusebio, intentando distraerse mirando la televisión, aunque no la vea.
Los enfermos con insuficiencia renal crónica en programa de diálisis pasan más de 600 horas al año en el hospital. Quieren hablar del final de la vida pero no les damos la oportunidad para hacerlo, sea por falta de tiempo o de formación. Somos entrenadores de baloncesto que no solicitan un tiempo muerto para reconducir al equipo, a nuestros pacientes y sus familias.
Mi colaboración como intensivista y aficionado a la bioética ha tratado de hacer una alto en el camino y conversar con una pequeña muestra de pacientes y sus familias.
Dr. Iñaki Saralegui (@InakiSaralegui)
Médico intensivista.
Servicio de Medicina Intensiva.
Presidente del Comité de Ética Asistencial.
inaki.saraleguireta@osakidetza.net