Las camas que amanecen
Algunos poemas, o los sueños que no acaban nunca, deberían grabarse en una cama, en box nocturnos y helados, que acopiasen, pese a las noches perdidas, sucintos versos de amor. Camas en ciudades viejas, en habitaciones desoladas, en hospitales donde no penetra -ni respira- la insolencia de la luz. Porque si los lees del revés, si susurras esos [...]