Me gustaría hablaros de la película Reparar a los vivos, estrenada en España en agosto de 2017 y basada en la novela de Maylis de Kerangal (2014). Muy recomendable para ver y aprender sobre relaciones sanitarias y sobre relaciones humanas, con una estética muy cuidada y plasmado con mucha sensibilidad.
Un accidente deportivo tras el cual una persona entra en coma y muerte cerebral: la actuación de los sanitarios (intensivistas y coordinadores de trasplantes) con la familia, el respeto de los diversos ritmos de asimilación de información y toma de decisiones y el respeto de deseos de la familia en cuanto a la donación. La vivencia de la espera y emociones asociadas a la persona que espera un órgano, el acompañamiento médico y sanitario, el trabajo en equipo, la organización de las gestiones administrativas y médico- quirúrgicas para realización del trasplante de manera efectiva.
La película es una auténtica joya de la comunicación sanitaria en situaciones de emergencia. Los dos médicos con los que hablan los padres separados de su hijo en estado crítico están perfectamente coordinados entre ellos, hay una buena comunicación y trasvase de información. Incluso hay valoración y cuidado hacia los miembros del equipo. El médico más mayor le propone a una de las enfermeras que descanse y baje a comer algo a la cocina para salir temporalmente del estrés de la UCI. Los profesionales que aparecen, tienen muy buenas habilidades para atención a familias, el manejo de la crisis que supone recibir el impacto de la gravedad de la situación; no juzgan ni toman partido cuando alguno de los progenitores verbaliza aspectos de culpa (como haberle inculcado el surf que es lo que ha relacionado con el accidente).
Aparecen aspectos como la comunicación de malas noticias de manera progresiva y coordinada, con buen manejo de las pausas y silencios. Dándoles tiempo para que decidan y al mismo tiempo para que si deciden donar, no lo hagan demasiado tarde y no se puedan trasplantar los órganos en otras personas. Les resuelven las dudas en cualquier momento que lo necesitan, supervisa todo el proceso, informa a los padres cuando se ha realizado todo el proceso, mediante un mensaje y les indica que les informará más exhaustivamente al día siguiente.
Aparecen emociones y sentimientos encontrados ante la posibilidad de seguir viviendo sin las limitaciones por su enfermedad. La paciente con miocardiopatía dilatada degenerativa que espera el trasplante, dice “no quiero vivir con el corazón de un muerto”. Se mezclan, dudas, contradicciones, incertidumbres, replanteamientos vitales, maneras de abrirse a la vida a pesar de las limitaciones que produce la enfermedad
Plasma muy bien cómo se realiza la gestión de datos, de donante y receptores, se mantiene el anonimato para los familiares y para el paciente receptor. Se cuenta en imágenes como se hacen las gestiones de aceptar el órgano, de viajar a extraerlo y de regresar al hospital para colocarlo al receptor. Y como todo el proceso resulta exitoso.
Impresiona la delicadeza con la que tratan el cuerpo del chico cuando le van a desconectar (por ej. le ponen su canción favorita que ha elegido su novia), y cuando están preparando el cuerpo para que se hagan cargo los de la funeraria, con qué mimo y cariño lo lavan, lo dan la vuelta, como si estuviera vivo y fuera una persona frágil, como un bebé. Se produce una especie de trasvase de amor, de ese corazón que se ha extraído al que se ha implantado, y mostrar como que ese cuerpo necesitara amor porque lo ha dado y se ha quedado ya sin ello. El simbolismo es impresionante. Es como si fuera algo sagrado que hubiera que manipular con sumo cuidado y respeto, y al mismo tiempo es un agradecimiento a ese cuerpo que a pesar de la muerte ha dado vida de manera desinteresada y altruista.
Se combina muy bien las habilidades técnicas y humanas, es decir toda la tecnología que aparece en la UCI para mantener con vida y el exquisito trato humano que se prodiga a la familia angustiada y en shock por lo sucedido. Incluso la cardióloga/ cirujana cardiaca, aunque tiene momentos en que juzga las reacciones de su paciente, es sumamente empática y comprensiva con la situación de su paciente.
Todo está excelentemente bien planteado. Se aprecia que ha habido mucho y buen asesoramiento por parte de profesionales sanitarios que trabajan en el campo de los trasplantes y de la actuación en UCI.
Se habla de sufrimiento humano a lo largo de la película pero siempre con esperanza y con calidez, y sin que ninguna persona se sienta abandonada en ningún momento. Ni los pacientes, ni los familiares ni los profesionales, que son los tres pilares de la asistencia sanitaria. Todos estamos conectados y los seres humanos necesitamos unos de otros para vivir y sobrevivir.
El título “Reparar a los vivos”, no recoge todo lo que trata la película de manera magistral y que al mismo tiempo no es lo suficientemente atrayente para el gran público.
Por Patricia Acinas. Psicóloga de emergencias. Psicóloga Sanitaria.
Experta en intervención en crisis y duelo.
Deja tu comentario