La pandemia del Covid-19 nos ha traído un escenario de sobrecarga del sistema sanitario sin precedentes. Tenemos una cantidad enorme de pacientes que necesitan ingresar en los hospitales por insuficiencia respiratoria porque precisan oxígeno, tratamiento especializado y vigilancia adecuada. Un pequeño porcentaje de estos enfermos evolucionan a una insuficiencia respiratoria grave que pone en riesgo su vida y que precisa ingreso en UCI para recibir medidas de soporte respiratorio, en especial ventilación mecánica invasiva. Atendiendo a lo que ha ocurrido en Italia, un país cercano en lo geográfico, en el estilo de vida y en el nivel sociosanitario, vemos que la disponibilidad de camas de UCI se ha visto desbordada. En esta situación ya hemos escuchado voces alarmantes que nos anticipan una “Medicina de Guerra o de catástrofes”: “por cada cama de UCI que se quede libre habrá siete personas esperando, los profesionales tendrán que decidir a quién atienden y a quién mandan a su casa diciéndoles que les mandarán un médico y una bombona de oxígeno, que no llegará nunca porque también se habrán acabado. Esa decisión se tomará en función de la edad y el estado general. Es decir, se escogerá a los más jóvenes, que tendrán más posibilidades de sobrevivir.”

Sin embargo, otras posturas señalan la importancia de establecer unos criterios claros y transparentes que salvaguarden tanto los derechos de los pacientes como de los ciudadanos. Ése es el sentido del triaje: priorizar el ingreso en UCI para aquellos pacientes que pueden tener un mayor beneficio, evitando tratamientos ineficaces y que los recursos disponibles se distribuyan de forma justa para garantizar el mayor bien para el mayor número de personas.

A todos nos preocupa que haya pacientes que, necesitando cuidados intensivos y teniendo la oportunidad de sobrevivir si ingresaran en una UCI, fueran intubados y recibieran ventilación mecánica, no ingresarán y fallecerán debido a que no va a haber camas de UCI disponibles. El primer paso está siendo aumentar todos los recursos posibles para que nuestro sistema pueda dar una respuesta adecuada en esta situación, pero aún asi será necesario valorar cada ingreso con esos criterios claros y transparentes de triaje.

Aunque estas decisiones forman parte de la Medicina Intensiva desde el comienzo de la especialidad, esta pandemia nos ha enfrentado a una situación absolutamente extraordinaria con un desequilibrio entre las necesidades de ingreso en UCI y la disponibilidad de recursos inédita, que genera en todos los profesionales una gran carga emocional y que hace necesario que se adopten protocolos que faciliten dicha toma de decisiones, regida por una serie de principios éticos como la no maleficencia y la justicia.

Siempre que se valore la posibilidad de ingresar en la UCI debemos plantearnos que lo que le vamos a ofrecer a nuestro paciente no le perjudica: que no va a recibir tratamientos sin utilidad clara, que no le vamos a proporcionar sufrimientos innecesarios o desproporcionados y que no vamos a alargar su agonía. Deberemos considerar que nuestros recursos son limitados y que es obligatorio intentar distribuirlos de forma justa para todo el conjunto de población que atendemos priorizando un nivel de atención adecuado y proporcional según el pronóstico y las posibilidades de recuperación de cada paciente.

No son decisiones fáciles y siempre se intentan tomar en equipo y de forma consensuada con el objetivo de garantizar dichos principios éticos. En cualquier caso, cuando se decide que el ingreso en la UCI no está indicado, no se debe traducir en ningún tipo de abandono o disminución de los cuidados más adecuados para cada paciente. Se deben garantizar la continuidad de cuidados y la posibilidad de reevaluación de las indicaciones de ingreso.

Estamos aumentando las camas y el personal en las UCI de todos los hospitales para que el máximo número de pacientes puedan ingresar,  pero no nos vamos a olvidar de las personas que no ingresen, de las personas ancianas y frágiles. Podemos asumir que no vamos a ser capaces de curar a todos los pacientes. Podemos asumir que algunos no van a ingresar en la UCI porque no se van a beneficiar del tratamiento agresivo, pero a esos pacientes más vulnerables no los vamos a abandonar: si no podemos curarlos, les cuidaremos, les acompañaremos, aliviaremos su dolor y evitaremos que sufran.

A esos mismos pacientes ancianos, frágiles, vulnerables y con enfermedades de base les dirigía una preciosa carta el Dr. Matt Morgan que se publicó en un blog del BMJ y que traducimos aquí con su permiso:

No nos hemos olvidado de vosotros.

“Debe ser complicado escuchar un sinfín de noticias que acaban aclarando “no os preocupéis, esta enfermedad afecta principalmente a los ancianos, a las personas frágiles, a los más vulnerables o con enfermedades graves de base”. Pero… ¿y si esa persona eres tú?

Nuestra pasión como comunidad de Cuidados Intensivos es solucionar aquellos problemas que pueden solucionarse. Sin embargo, a menudo nos encontramos pacientes como tú cuyos problemas, simplemente, no se pueden solucionar. A medida que este virus continúa su avance en el mundo, nos encontraremos con más gente como tú. A pesar de tener máquinas sofisticadas, medicinas muy eficaces y unos profesionales excelentes, ninguna de estas cosas puede curar todas las enfermedades. Todo lo que hacen es darnos tiempo: tiempo para resolver lo que está fallando, tiempo que con suerte permitirá dar un tratamiento y tiempo para que las personas mejoren. Pero a veces ya sabemos lo que no va bien y ya sabemos que no existe un tratamiento eficaz. Y por esa razón sabemos que nuestras máquinas ofrecen muy poco y los cuidados intensivos no ofrecen la solución. Pero la esperanza no está perdida. No nos hemos olvidado de ti.

Como esto es así de complicado, llegados a este punto seremos sinceros. Continuaremos con todos los tratamientos que puedan ser útiles para que vuelvas a recuperarte. Te pondremos oxígeno, suero intravenoso, antibióticos y todo lo que pueda ser realmente eficaz. Pero no utilizaremos aquello que no va a ser útil de verdad. No conectaremos máquinas que puedan causar más daño, no te daremos masaje cardíaco si tu corazón deja de latir. Porque eso no funcionará, eso no va a conseguir que te recuperes.

Y si todas esas cosas aún no son suficientes, nos sentaremos contigo y con tu familia. Seremos sinceros con vosotros, os cogeremos de la mano y estaremos ahí. Cambiaremos la prioridad y si no podemos curar seguiremos cuidando de vosotros, porque eso es lo más importante. No nos hemos olvidado de ti”.