La música ha entrado en los hospitales y ha venido para quedarse, como ciencia y herramienta de humanización necesaria que es, pero todo ello conlleva una profunda reflexión, ya que la música no es inocua para nuestra salud.

En diferentes hospitales vemos como se mezclan programas de musicoterapia y ciclos de conciertos, por eso lo primero sería aclarar que la música en hospitales no es musicoterapia, y que los músicos no son musicoterapeutas (ni todos los musicoterapeutas son músicos, pero ese es otro debate). Parecería algo evidente, pero entre los diferentes profesionales sanitarios, pacientes, familiares y músicos, aún causa mucha confusión, por lo tanto tenemos que profundizar en ese mensaje de una manera clara y con mucha pedagogía.

La primera sería aclarar que la música no es musicoterapia, y que los músicos no son musicoterapeutas (y no todos los musicoterapeutas son músicos). Parece algo evidente, pero entre los diferentes profesionales sanitarios aún causa cierta confusión, por lo tanto tenemos que profundizar en ese mensaje.

Con la música en hospitales, también llamada “Música en Medicina”, termino acuñado en Estados Unidos “Music Medicine”, los pacientes escuchan música grabada o música en directo (conciertos) sin objetivos terapéuticos, buscando únicamente el bienestar, la diversión o la distracción, y generalmente realizada por músicos amateurs, profesionales o personal sanitario.

Cuando hablamos de musicoterapia, de entrada estamos hablamos de musicoterapeutas: profesionales sanitarios titulados, ya sea en un grado o postgrado universitario, que se ocuparán de buscar y trabajar sobre objetivos terapéuticos, y están entrenados para el desarrollo y trabajo emocional en los diferentes contextos hospitalarios, conociendo a través del equipo médico el historial del paciente y adaptándose a cada caso. Los musicoterapeutas utilizan la música e instrumentos como herramientas para conseguir sus objetivos;  no se busca un resultado estético musical, la música es el medio… no el fin.

Tenemos que entender que cuando un músico o grupo de música toca en un hospital, los pacientes no siempre van a querer escuchar música, ni siquiera la que más les gusta o su canción preferida, ya sea por su situación emocional, por cansancio, o simplemente por que no les apetece. Al igual pasa utilizando cascos con los pacientes, práctica muy de moda en personas con demencias y Alzheimer, que en muchos casos no pueden expresarse,  hablar u opinar si les apetece o no escuchar música en ese momento. En estos casos, podríamos invadir la privacidad y espacio vital del paciente.

La música en hospitales o música en medicina, sería más beneficiosa para todos con la supervisión de musicoterapeutas, profesionales sanitarios formados y preparados para introducir la música en los hospitales de forma más controlada, evaluar el impacto, a quién va dirigida y en que tipo de unidad. De esa manera se hace y se crea de nexo de unión con el equipo sanitario, mejorando así el proceso terapéutico de los pacientes y sus familiares.  Sin olvidar lo importancia de ayudar y prepara emocionalmente a los músicos para afrontar todo lo que es actuar y tocar en las unidades de un hospital. Todo esto sería extrapolable a cualquier centro sanitario donde se use la música sin supervisión.

Por lo tanto…tenemos y debemos unir sinergias en esta nueva etapa que se nos abre de música y musicoterapia en la sanidad. Como decía al principio la música no es inocua, es una ciencia, y estamos todos aquí para mejorar la vida y salud de nuestros pacientes y profesionales sanitarios a través de la ciencia de la música. Pero debemos a hacerlo de la mejor manera posible, contando con los profesionales formados para ello, y trabajando en equipo. ¡Hablemos!.

Por Javier Alcántara