Setenta y un años de calendario, cincuenta de apariencia y veintipocos de ilusión.Su dedicación: artista madre de artista.

Mi motivo para conocerla: Síndrome Coronario Agudo.

Lola y yo hablamos. Y lo hacemos de nosotros.Su vida (y la mía), su inquietud (y mi anhelo), su desvelo (y mi empeño), su hijo y mi hija. De lo suyo va bien; mejor aún cuando su hijo, a varias horas de vuelo, le dice por teléfono que la quiere y que pronto estará con ella. Ya solo le tiene a él.

Como de un destello, por inesperado y fulgurante, me hace llegar esta parte de su alma:

“He visto atardeceres rojos pasión
surcando los cielos con su carro de fuego,
dibujando las montañas hasta el infinito,
esas montañas azules
que reciben los últimos rayos con cariño,
siempre esperados,
como cada tarde.
Distintos,
ebrios de soles
y de esperanzas
que hacen fluir por el torrente sanguíneo
una sensibilidad que extiende sus brazos esperando la noche.
Sin prisas,
a sabiendas que llega
y envuelve con su manto de calma y de pudor
para traspasar los sueños imposibles,
deseados,
libres de ataduras,
mientras el duende creador se instala en el alma
para inventar una vida.
Para remontar la ilusión hasta límites insospechados
que fluyen como la corriente del río cristalino,
desbordando sus márgenes,
regando generoso sus orillas,
alimentando el color de la hierba
y susurrando a las mariposas.
Esas que vuelan y contagian de color
el rastro de la estrella fugaz.
Esa estrella que no se pierde,
que busca los corazones de los poetas
en cálidas noches de primavera”.
Sabes, Lola, que, si de tu alma resplandecen atardeceres rojos, otras almas surgirán a la mañana siguiente con el alba intenso del limpio brillo del sol de la esperanza, y que al concluir ese día necesitarán de “los corazones de los poetas en cálidas noches de primavera”. 

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Gracias.

Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)

Médico Intensivista.

Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias