Hola a tod@s, mis queridos amigos.Ayer noche estuve cenando con Carles Calaf y Victor Úbeda y charlando sobre el futuro, con unas cervezas en la mano. Filosofía de barra de bar y laboratorio de ideas: probablemente la combinación más creativa que existe.

¿Cómo será la UCI que viene?. Como ya hemos hablado en otras ocasiones, para mí está claro: centrada en las personas y en prevenir la enfermedad.El desarrollo tecnológico abrumador está ayudando de forma exponencial y a pasos agigantados a mejorar la atención de los pacientes. Al mismo tiempo que hace años era imposible pensar que hoy todos iríamos con un ordenador en el bolsillo, los aparatos y el diseño ingeniero está haciendo posible que los profesionales de la salud trabajemos de una manera más eficiente. Y ahí lógicamente nuestras posiciones se juntan: la tecnología ayuda y debe estar al servicio de las personas. La UCI del futuro ya está aquí, y la estamos diseñando.
Pero, ¿qué quiere la gente?. El mejor trato posible con la tecnología más avanzada a su servicio.De lo segundo, en los tiempos de la inmediatez y del vértigo, donde cada año cambiamos nuestros teléfonos simplemente por el hecho de estar a la última, estamos servidos.

¿Y de lo primero?. Desde Proyecto HU-CI, vemos una opción de mejora que debe ir guiada por la investigación. Muchos de nuestros objetivos son cualitativos, así que habrá que pensar la manera de cuantificarlos para que esos resultados que esperamos también satisfagan los números de los gestores.

No es casual que en las últimas semanas estemos buscando psicólogos para integrarlos al equipo investigador, como tampoco lo es que ell@s mismos estén contactando de forma espontánea con nosotros para sumarse al cambio de paradigma. Y es que, el trabajo multidisciplinar a lo hackathon en medicina está aterrizando, como nos enseñaba Avances en Gestión Clínica hace nada.

En cualquier caso, no os creáis que inventamos la rueda. Nos lo recordaba la semana pasada De Tots Els Colors compartiendo un discurso de 1931 del Dr. Edward Bach sobre cómo sería para él el hospital del futuro, y no andaba muy desencaminado:

“Será un santuario de paz, esperanza y alegría. Sin prisas ni ruidos, enteramente libre de todos los terribles aparatos y artefactos de hoy, del olor a los antisépticos y anestesias, libre de toda cosa que sugiera enfermedad y sufrimiento.

… El paciente buscará ese refugio, no sólo para aliviar su enfermedad, sino también para desarrollar el deseo de vivir mucho más en armonía con los dictados de su alma de lo que ha hecho hasta ahora.

El médico del mañana sabrá que él, por si mismo, no tiene el poder de curar, pero que si dedica su vida al servicio de sus semejantes, a estudiar la naturaleza humana para poder, en parte, comprender su sentido; si desea, con todo su corazón, aliviar el sufrimiento, y renuncia a todo para ayudar al enfermo, luego puede utilizar su conocimiento para guiarlo, y el poder de curación para aliviar sus dolores. E incluso entonces, su poder y habilidad para ayudarlo crecerá en proporción a la intensidad de su deseo y de su disponibilidad para servir.

No tendrá interés en la patología o en la anatomía mórbida, pues su estudio será de la salud.

Deberá ser capaz, a partir de la vida e historia del paciente, de comprender el conflicto causante de la enfermedad o desarmonía entre el cuerpo y el alma, y así dar el consejo y el tratamiento necesarios para el alivio del sufrimiento.

El tratamiento del mañana despertará esencialmente cuatro cualidades del paciente:

Primero, PAZ; segundo, ESPERANZA; tercero, ALEGRÍA; y cuarto, CONFIANZA.”

Señoras y señores, el mañana es ahora mismo.
¿Qué puedes hacer tú hoy? Porque según lo que hagamos ahora, así será la UCI del futuro.
Feliz Jueves,
Gabi