La demanda de la gravedad, de la urgencia, del riesgo de muerte o su eminencia, ponen en el límite la capacidad de equilibrio emocional en el ser humano. Para el paciente, el ingreso en UCI supone un corte en su “continuidad existencial”. Hoy en día, es amplio el conocimiento respecto a los problemas emocionales ligados a la enfermedad crítica, los tratamientos requeridos por la misma, las vivencias asociadas y las dificultades post-UCI en pacientes, familias y profesionales.

Existe numerosa evidencia científica (tanto por la bibliografía al respecto, como por la experiencia práctica de diversos países) sobre la eficacia de la intervención psicológica en UCI. Países de América Latina, EEUU, Canadá, Europa y Australia, son pioneros en ello. En España, la presencia del psicólogo en la UCI es anecdótica, estando ligada principalmente a intervenciones muy puntuales de interconsulta desde Psiquiatría, a rotaciones y prácticas de carácter académico, o a intervenciones desde asociaciones, fundaciones y ONG que realizan funciones no ofertadas en las carteras de servicio asistencial.

Partiendo de esta realidad, desde el Proyecto HUCI nos hemos propuesto colaborar en el desarrollo, investigación y sistematización de este tipo de asistencia. Para ello, hemos creado el Grupo Internacional de Psicólogos de UCI desde el que nos planteamos, como un primer punto de partida, la definición y visibilización de la figura del psicólogo en la UCI.

El psicólogo intensivista, mediante acciones de evaluación, diagnóstico, prevención, intervención y promoción de la salud, persigue como objetivo general mantener el equilibrio psicológico del paciente, familia y profesionales, con los siguientes objetivos específicos y áreas de intervención:

Paciente: en momentos claves como la situación pre-quirúrgica, la acogida en UCI, su estancia en la misma y fase post-UCI, se evalúa a la vez que se realiza una contención, se actúa sobre la situación psíquica y necesidades cognitivas, emocionales y conductuales del paciente. Será clave la detección temprana de sentimientos, afectos y conductas disfuncionales, la evaluación cognitiva periódica, la orientación en el tiempo, persona y espacio, el trabajo sobre la cohesión de la identidad, la estimulación de recursos de afrontamiento, el incremento de la percepción de control, y el acompañamiento al final de la vida.

Familia: auxiliar en el proceso inicial de impacto emocional, aceptación y asimilación de los familiares en relación a la condición clínica, pronóstico y proceso de enfermedad del paciente, promover la interacción y comunicación efectiva con el equipo de UCI, favorecer la participación en los cuidados de su familiar en la Unidad, la regulación emocional pre y post interacción con el paciente, orientar sobre las alteraciones emocionales manifestadas por el paciente en UCI y tras el alta, detectar e intervenir de forma temprana ante posibles problemas emocionales y dinámicas propias del grupo familiar, trabajar sobre duelos anticipados, acompañar emocionalmente al cuidador principal, y facilitar la preparación y acompañamiento de la visita de niños en UCI

Profesionales de UCI: participar de metas interprofesionales como “metas comunes”, colaborar en la prevención primaria de posibles riesgos psicosociales (como el desgaste profesional o burnout) fomentar el desarrollo de competencias emocionales y habilidades psicosociales para la práctica clínica en la UCI y el manejo de las demandas emocionales que supone la misma, ofrecer un contexto terapéutico para la ventilación emocional y elaboración psíquica tras situaciones y vivencias críticas y para el manejo de la repercusión emocional de la tarea, intervención psicológica en crisis, detección temprana de posibles alteraciones emocionales, y en definitiva, promover la integración de la salud emocional y la salud laboral.

El contexto ambiental en la UCI: aspectos como la experiencia afectiva del entorno, la satisfacción con el mismo o la evaluación del impacto ambiental, son temas propios de la Psicología Ambiental, disciplina que, de forma interdisciplinar, puede ser aplicada en el diseño y posible modificación de los contextos estructurales de la UCI y áreas de familia y profesionales, con el objetivo de crear entornos amables, evitar (o al menos disminuir) riesgos físicos, y favorecer contextos generadores de bienestar entre las personas que los ocupan.

El perfil profesional del Psicólogo de UCI requerirá formación en Psicología Clínica y de la Salud. Además de ello, otras áreas del conocimiento psicológico como la Neuropsicología, la Salud Laboral, la Psicología Ambiental y la Psicología de Emergencias, facilitarán el abordaje de la complejidad psíquica y emocional a atender en la UCI, que va mucho más allá de los trastornos mentales. También serán importantes la sensibilización y formación en Humanización, así como la capacidad investigadora y de psicoeducación en salud.

De forma sintetizada, algunas de las competencias y habilidades psicosociales claves de este profesional serán: la capacidad de trabajo en equipos interdisciplinares, habilidades interpersonales y de comunicación, capacidad de aprendizaje y actualización, neutralidad metodológica (aceptación de la diversidad individual, cultural…), postura empática, compasiva, de escucha activa y sin juicio sobre la persona, postura acogedora frente al proceso de la muerte, capacidad de acompañamiento y actuación en situaciones de alta demanda emocional, respeto a la confidencialidad y protección de datos, valores y actitud profesional conforme a principios éticos y código deontológico, práctica reflexiva, autoevaluación y autocuidado.

Si desarrollas tu trabajo profesional como psicólogo en el contexto de las UCI/UTI y estás interesado en colaborar con este Grupo de Trabajo, contesta este formulario. Hasta el momento lo conformamos profesionales de Brasil, Costa Rica, Uruguay y España.

Serás bienvenida/o, tenemos mucho trabajo por hacer… #benditalocura

Grupo Internacional de Psicólogos de HUCI