A través de la invitación de la profesora Mariko Nakano, puse rumbo a Japón, en concreto a la Facultad de Enfermería de la Universidad de Medicina de Jichi, al norte de Tokyo, para explicar el programa de formación de enfermería que tenemos en la Universidad Complutense, las distintas investigaciones que estamos realizando en la UCI del hospital Clínico San Carlos, y también para dar a conocer el proyecto HU-CI y poder sentar las bases para su inclusión en la red de colaboradores del proyecto.

La Universidad estaba contigua al hospital, muy similar a la situación que tenemos entre la UCM y el Clínico, lo que facilita tanto al profesorado como a los alumnos el desplazamiento entre los 2 edificios.

Con respecto a la universidad, las salas de simulación eran simplemente increíbles, con todo tipo de materiales (camas articuladas, colchones antiescaras, paritorios, bombas de infusión, incubadoras con muñecos de distintos pesos), estructuras prediseñadas (casas típicas japonesas para la enseñanza de los cuidados domiciliarios…) y sobre todo alumnos sumamente respetuosos. Algo que se respira constantemente es la amabilidad, confianza, predisposición y respeto que culturalmente está tan arraigado.

En relación con el hospital, y en concreto con la UCI, los boxes de los pacientes eran individuales, prácticamente todos con luz natural, materiales muy parecidos a los que usamos aquí (respiradores, monitores, bombas…) y un elemento que consideran clave especialmente en los pacientes que están despiertos con o sin tubo endotraqueal, una televisión para entretenerles en las horas interminables de ingreso.

La sala de espera de los familiares, ubicada a la entrada de la unidad, con luz natural, contaba con una estantería llena de libros, una televisión con sillones, y distintas mesas y sillas dispuestas en grupos.

Al explicarles el proyecto HU-CI y en concreto las distintas líneas de trabajo, como la UCI de puertas abiertas y la participación de las familias en los cuidados, me encontré con el primer cambio cultural, en el que a diferencia de las familias extensas que podemos tener en España, ellos me comentaban que prácticamente pueden ser 2 ó 3 personas las que componen el núcleo familiar, y debido al trabajo, les es muy difícil poder permanecer mucho tiempo en el hospital, lo que dificulta que puedan participar en los cuidados del enfermo, como puede ser en enfermos agitados permanecer más tiempo para evitar el uso de sujeciones mecánicas.

En concreto con las sujeciones, tienen un uso bastante habitual en pacientes intubados, siempre bajo prescripción médica y registrado en la Hª Clínica, a pesar de una evaluación continua mediante el uso de escalas de dolor, agitación, nivel de conciencia…siendo más el miedo a la posibilidad de retirase los dispositivos, que a la situación del paciente. Al igual que en España, lo más difícil es el cambio de mentalidad de los propios profesionales y la adquisición de las herramientas necesarias para poder evitarlo.

Hubo un enfermo intubado que estaba tranquilamente viendo el sumo por la televisión, pero que tenía las manos sujetas. Cuando nos acercamos a hablar con él, pidiéndole permiso previamente, y le soltaron las manos para que pudiera escribir en la pizarra, en ningún momento se llevó la mano al tubo, su actitud era muy risueña y su preocupación era saber cómo era la comida en España. Al terminar de hablar con él y saliendo del box, la enfermera le volvió a sujetar. Después reflexionó y me preguntó: “¿A este paciente tú le sujetarías?” Claramente le dije que no, explicándole que durante todo el tiempo que habíamos pasado con él, en ningún momento se llevó la mano al tubo, ni hizo intención de retirase nada, estaba tranquilamente viendo la televisión, y escribiendo en la pizarra. Habrá que revaluar a los enfermos observando cómo actúan en todo momento, pero si tras retirar las sujeciones y pasar un rato con ellos no se tocan el tubo, su preocupación suele ser otra.

Este punto sobre todo, el de la satisfacción de los pacientes durante su ingreso en UCI, me comentaban que tenían gran dificultad para evaluarlo, puesto que los pacientes se mostraban plenamente agradecidos por los cuidados que recibían, sin cuestionarse nada con respecto a su atención (corriente paternalista) y también porque culturalmente lo tienen así integrado.

Al hablar sobre la línea de manejo de situaciones terminales, y en concreto sobre las voluntades anticipadas, me señalaban cierta dificultad en el abordaje de la muerte, y la inexistencia de ese tipo de documentos.

No obstante, algo que es independiente de la zona geográfica en la cual nos encontremos, es la preocupación de los profesionales sanitarios por brindar una atención más HUMANA, lejos de la tecnificación que tenemos presente en las UCI, y acercar esa parte técnica pero siempre unida a unos cuidados más humanos.

Agradecer por supuesto la atención y trato recibido durante la estancia, y a seguir sumando para que las UCI sean un lugar más amable, más HUMANO.

Por Tayra Velasco, enfermera y miembro del Proyecto HU-CI