Las visitas en la UCI se han puesto de moda. 
O al menos es constatable
un aumento del interés sobre el tema. 
 
Y es que probablemente estemos “un poco retrasados” en estos
aspectos en las UCI, en las que seguimos manteniendo políticas restrictivas
instauradas en el siglo pasado. Políticas que no soportan una discusión
profunda con los mismos argumentos arcaicos que se usaron en su momento para
establecerlas y que, sorprendentemente, seguimos utilizando para justificar esa
restricción.
 
Pero con todo lo novedoso que pueda parecer el debate, no
estamos siendo nada originales. Multitud de autores llevan un par de décadas
dando vueltas al tema. 
 
E incluso algunos han trascendido de ese concepto de
“visitas”(como si de una exposición se tratara) para considerar a los
familiares como parte activa de las decisiones y el cuidado de sus seres
queridos.
 
Pensándolo bien, aumentar las visitas como tal sin más puede
tener poco sentido. Y es que probablemente el término “visita” no sea el más
adecuado para referirse a la necesidad que tienen los familiares de pasar
tiempo con su familiar enfermo:
 
Necesidad de acompañar y de sentirse
productivos en ese acompañamiento.
 
Hace más de una década mi amiga Carmen, de la UCI del Hospital Universitario Virgen de Valme de Sevilla, llevó a
cabo un estudio que se publicó en la Revista Enfermería Intensiva y en el que pretendía valorar los resultados que tendría un
programa de participación de los familiares en ciertos cuidados que no requerían
una preparación profesional: “Implicación familiar en los cuidados del paciente crítico”.


Ya en 2003 Carmen nos informaba de que:
  • “Los
    niveles de ansiedad en la familia mejoran con la visita abierta y la
    participación del familiar en los cuidados básicos.
  • El
    estado cognitivo no se modifica después de la intervención.
  • El
    personal de enfermería se adapta a los cambios y mejora sus creencias de forma
    progresiva.”
Lamentablemente, ese mensaje sigue sin calar lo suficiente y
seguimos “desatendiendo” una demanda de numerosos pacientes y familiares que,
por cierto, solo pretenden seguir ejerciendo: son familiares y no
visitantes.

 

Y aunque hayan pasado años de la publicación de su estudio,
siempre es bueno echar la vista atrás para ilustrar los debates en los que nos
encontramos inmersos y para darle las gracias a Carmen por ayudarnos a abrirnos
la mente.
 
José Manuel Velasco.