“Los caminos que seguiréis todos vosotros ya se extienden quizás a vuestros pies, aunque no los veáis aún…”

Galadriel a la Compañía del Anillo, “La Comunidad del Anillo”. Julio de 1954

 

En los últimos tiempos la “humanización” parece ser palabra de uso común en el ámbito sanitario1. Situarla delante o detrás de una actitud o decisión terapéutica parece resultar un condimento dulcificador que convierte la actividad sanitaria en un algo diferente todavía no muy bien definido2. Desde un punto de vista científico, y considerando las publicaciones existentes al respecto, la evidencia que justifica su utilidad clínica real es aún escasa basándose sobre todo en la percepción del beneficio que esta actitud puede asociar al cuidado de los enfermos y al cuidado de los profesionales. Así al realizar en el momento de la redacción de este texto una búsqueda bibliográfica en Pubmed® sin criterios estrictos la humanización del cuidado de la salud (“humanization of healthcare”) es la base de 208 artículos de los cuales 70 se han publicado en los últimos 5 años y apenas 2 artículos resultan ensayos clínicos o estudios comparativos. Si al tiempo se realiza esta misma búsqueda en Google® el número de resultados alcanza los 182000 que corresponden no solo a artículos científicos sino también a trabajos o reportajes no fundamentados que otorgan valor a esta actitud más allá de la clínica objetiva3.

La corriente humanizadora surge como respuesta a un hecho que parece indiscutible, el desarrollo a nivel científico y tecnológico de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) ha mejorado el cuidado del paciente crítico en términos cuantitativos relegando quizá las necesidades humanas y emocionales de pacientes/familias y profesionales a un segundo plano3.

El término “Humanizar” es por lo tanto controvertido y puede que en la perspectiva crítica del mismo habite sin duda su mejor defensa4. No se debe banalizar ni convertir su aplicación en una puerta abierta para conductas que presumen de humanizar como parte fundamental de su sentido y utilidad (ejemplo son las mal llamadas terapias alternativas5). La humanización debe ser objeto de debate sin que esto se confunda con poner en duda la humanidad desplegada por los profesionales.

Esta encuesta online, iniciada el 25 de enero de 2017 y que se dará por finalizada el 9 de abril de 2017, tiene por objetivo realizar una fotografía sobre el hoy. De este modo, y en presente, se visibiliza la necesidad de saber dónde estamos y, aplicando un espíritu crítico y basado en la evidencia, dibujar el hacia dónde se debe dirigir en realidad nuestra práctica clínica4, 6-8.

No les entretengo más, gracias por su paciencia y colaboración.

Un saludo.

Alberto García-Salido, médico adjunto de cuidados intensivos pediátricos, Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, Madrid.

 

Bibliografía

  1. Alonso-Ovies Á, García-Salido A, Gómez-Tello V, Calle GH-L, Martín-Delgado MC, Salamanca-Escobedo JM. Humanización en las unidades de cuidados intensivos. In: Plan de Humanización de la Asistencia Sanitaria 2016-2019: Consejería de Sanidad Comunidad Autónoma de Madrid; 2016:125-65.
  2. Mortamet G, Roumeliotis N, Vinit F, Simonds C, Dupic L, Hubert P. Is there a role for clowns in paediatric intensive care units? Archives of disease in childhood 2017.
  3. La Calle GH, Lallemand CZ. HUCI is written with H as in HUMAN. Enfermeria intensiva 2014;25:123-4.
  4. Kissoon N. Bench-to-bedside review: humanism in pediatric critical care medicine – a leadership challenge. Critical care (London, England) 2005;9:371-5.
  5. Saiz-Vinuesa MD, Rodriguez-Moreno E, Carrilero-Lopez C, et al. Effectiveness of implementing the reiki method to reduce the weaning failure. A clinical trial. Enfermeria intensiva 2016;27:51-61.
  6. Garcia-Salido A, Serrano-Gonzalez A. Knock, knock, knockin’… on critical care’s door. Intensive care medicine 2017;43:232.
  7. Singer P. How not to save a life. Bioethics 2011;25:ii-iii.
  8. Giannini A. The “open” ICU: not just a question of time. Minerva anestesiologica 2010;76:89-90.