Es frecuente en este blog el análisis de publicaciones que consideramos de interés en nuestro marco de trabajo. Recientemente, se ha publicado un artículo de presentación de un instrumento de autoevaluación denominado “Escala de Humanización para el personal sanitario”, mostrando su validación en una muestra de 330 enfermeras de centros de salud y hospitales y definiendo el constructo mediante 5 dimensiones: “afectación”, “optimismo disposicional”, “sociabilidad”, “comprensión emocional” y “autoeficacia”. La metodología señalada por los autores para la construcción del instrumento es estadísticamente correcta (revisión bibliográfica, consulta a “expertos”, estudio piloto, análisis de la estructura del cuestionario, ajuste del modelo teórico propuesto y estudio de la validez convergente con otros instrumentos), pero se ha generado un importante cuestionamiento en las redes sociales sobre lo acertado o no de este tipo de evaluaciones (no siempre con respeto al trabajo científico que existe detrás de dicha aportación, ni con justificaciones a la crítica). Es objeto de este post plantear la postura del Proyecto HU-CI al respecto, desde una crítica constructiva y con el único objetivo de mejora.

Es muy satisfactorio ver cómo todo lo referente a la humanización de la atención sanitaria es algo cada vez más tratado desde la investigación en diferentes disciplinas, y cómo se va dando validación científica a conceptos, acciones e intervenciones que buscan el desarrollo de esta perspectiva. Son bienvenidas las líneas de investigación, que buscan aportar evidencia científica al trabajo de muchos equipos y profesionales en su trabajo diario del cuidado centrado en la persona.

Como en cualquier línea de investigación, el diseño metodológico deberá sustentarse en modelos y conceptos teóricos arraigados y fuertes, serán los cimientos sobre los que plantear los objetivos de trabajo, seleccionar la muestra de estudio, planificar la evaluación, y elegir la metodología para todo ello. La fortaleza de ese edificio solo se construirá con un adecuado conocimiento sobre qué significa “humanizar la sanidad”, de dónde proviene la historia del constructo, a qué se refiere y qué incluye.

Desde ese marco conceptual, la “humanización de la sanidad” es una variable organizacional (no individual), que dependerá de acciones de gestión y organización del trabajo que van a influir en pacientes, familias y profesionales. Éstos últimos por supuesto serán a su vez agentes de humanización, y como tales, poseerán competencias científico-técnicas junto a competencias sociales, emocionales, relacionales, de escucha activa, de empatía, compasión… esas habilidades, en ocasiones denominadas “blandas”, son las que Proyecto HU-CI unifica bajo el epígrafe de #humantools y sobre las que nunca debemos dejar de aprender.

Consideramos, por tanto, que el cuestionario mencionado no mide “la humanización para el personal sanitario” como señala en su título, ya que pone el foco en el individuo y no en la organización. En todo caso, evalúa algunas competencias y habilidades que (entre otras muchas) podrían formar parte de una asistencia sanitaria humanizada. Sin embargo, lo más importante, es que no consideramos oportuna la clasificación de los profesionales en función de dicha calificación. Sustantivar a un individuo por una condición es algo absolutamente contrario al fundamento de la humanización, que busca la atención centrada en la persona. De igual manera que no aceptamos hablar de “el cardiópata”, “el esquizofrénico” … porque elimina a la persona y la sustituye por una condición que le afecta, tampoco consideramos oportuno hacer referencia a los profesionales sanitarios en función de su “humanización”. Es más, nos plantea un conflicto ético: a través del cuestionario, ¿vamos a señalar a alguien como humanizado o no?. No lo consideramos adecuado.

Por otro lado, revisando los ítems y las dimensiones evaluadas, observamos un conjunto de variables individuales disposicionales (como el optimismo), descriptivas de competencias emocionales (comprensión del estado emocional propio y del otro), habilidades interpersonales (sociabilidad), autoeficacia (que unifica ítems referidos a la satisfacción con el propio trabajo junto a otros que evalúan la conciencia emocional) y, finalmente, consecuencias del trabajo asistencial (afectación). Parece por tanto un conjunto de ingredientes muy diferentes, que, a pesar de haber sido tratados en la cocina de la estadística, no suponen un conjunto homogéneo de #humantools. Es más, variables como la “afectación emocional” de los profesionales parece más una consecuencia de un trabajo no humanizado hacia el sanitario, que parte descriptiva del mismo.

En conclusión: ¿Podemos medir el “grado de humanización” del personal sanitario?; es más, ¿debemos hacerlo?.  Desde nuestro punto de vista, la respuesta a ambas preguntas es NO. Proyecto HU-CI plantea 160 medidas que no se concibieron para evaluar ni pretenden medir la humanización de nadie, sino con la idea ser una herramienta que sirva de hoja de ruta en la transformación de la realidad de las UCI del todo el mundo (que es nuestro verdadero objetivo) a través de la escucha activa y el trabajo colaborativo de los protagonistas: pacientes, familias y profesionales. Investiguemos sobre acciones concretas de humanización en las organizaciones sanitarias sobre pacientes, familias y profesionales y facilitemos la formación de dichos profesionales en #humantools, pero dejemos las etiquetas aparte.

Solo desde una visión integral del individuo podremos dar un cuidado integral a las personas. En esta carrera se trata de que todo el mundo llegue a la meta.