El ser humano está predestinado a aprender desde que nace, y continuamos haciéndolo hasta el último de nuestros días. Sin embargo, la capacidad de aprendizaje y la motivación para el mismo no es igual en todos y cada uno de nosotros. Para aprender necesitamos ejercitar la humildad, partir de lo que no sabemos, aceptar nuestras limitaciones… Eso en la vida y en el contexto profesional, es algo para valientes.
Los equipos de las UCI requieren entrenamiento para el desarrollo y mantenimiento de las competencias técnicas y humanas necesarias para su actividad profesional. En las #3JHUCI en Granada, entre los posters expuestos se encontraba uno denominado Mindfulness y aceptación emocional como elementos promotores de vitalidad y bienestar entre enfermeras de UCI y Urgencias. Se presentaba en él un trabajo que forma parte de la tesis doctoral de Luis Manuel Blanco, que ha recibido recientemente el Premio Barcelona a la Mejor Tesis Doctoral en Prevención de Riesgos Laborales en Universidades Españolas y que se ha publicado en la revista International Journal of Psychology and Psychological Therapy.
En dicho estudio, se expone una intervención realizada en personal de enfermería de UCI médica, quirúrgica y Urgencias de un hospital de Madrid, dentro de su programa de formación continuada. Creando un grupo experimental y un grupo en lista de espera (que posteriormente también recibió la intervención), se realizó un estudio cuasi-experimental con seguimiento posterior. La acción formativa incluyó un análisis de los factores de estrés en estos equipos, aplicación de ejercicios experienciales para el trabajo de la expresión y aceptación emocional implicada, y entrenamiento en mindfulness.
Se evaluaron tanto variables positivas como negativas con los siguientes resultados:
1. Se incrementó la flexibilidad psicológica, es decir, la habilidad para concentrarse en situaciones presentes con sensibilidad a las contingencias del ambiente, buscando acciones encaminadas a los valores y metas personales. Este aspecto es importante en un contexto sanitario donde no solo se desee atender a la enfermedad sino a la persona que la presenta y sus contingencias.
2. El propósito vital, la sensación de mantener un rumbo y de que tanto las experiencias pasadas como el futuro se perciben con un sentido, aumentó tras la formación. Si pensamos en su aplicación en una UCI, los equipos que posean esta variable probablemente presenten una mayor capacidad de aprendizaje de la experiencia y mayor facilidad para la búsqueda de objetivos comunes.
3. Se incrementó la vitalidad, es decir, la sensación de tener energía, entusiasmo e inspiración. Esta dimensión es deseable siempre, pero en UCI es además necesaria para la acción y atención a las situaciones críticas.
4. Disminuyeron las puntuaciones en afecto negativo (menores estados emocionales de nerviosismo, ira, culpa, temor y mayor calma y serenidad).
5. Los resultados fueron positivos, aunque más discretos, en variables que forman parte de procesos que requieren tiempo para su desarrollo y que interaccionan con otras variables, como el agotamiento emocional y la atención plena. La formación e intervención en estos aspectos debe plantearse de forma específica, a largo plazo y de forma continuada, complementándola con la necesaria intervención sobre variables organizacionales para la obtención de resultados claramente significativos.
Este trabajo nos enseña que la formación en habilidades de facilitación y competencias emocionales complementan las habilidades científico-técnicas, permiten un mayor bienestar en los profesionales sanitarios, una mayor conexión con los valores asistenciales de la profesión y la búsqueda del significado y sentido del trabajo. Aceptar que tenemos que seguir aprendiendo nos hace más fuertes, descubrir nuestras fortalezas implica aceptar que no lo sabemos todo y que podemos seguir creciendo.
Formar a los equipos de UCI en #humantools, repercutirá en el bienestar y salud laboral de los mismos y en la calidad del cuidado proporcionado: ¡formemos Equipos-H!
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