Garry Kaspárov nació en la capital de la república rusa de Azerbaiyán.

Su leyenda dice que aprendió las reglas del ajedrez observando cómo sus padres resolvían problemas. Un día aportó la solución a uno de ellos.

Kaspárov ganó el Campeonato Juvenil de la URSS a los 13 años, y lo repitió a los 14. Cuando contaba con solo 16 años de edad, su reputación en la Unión Soviética y Occidente había crecido a tal punto que no podía ya participar en torneos sin pasar desapercibido. El joven «Gárik», como era conocido en Rusia, y era considerado como un competidor formidable por jugadores más experimentados y maestros dentro de la URSS.  

Con 21 Kaspárov se enfrentó al legendario jugador soviético Anatoly Kárpov por su primer título mundial. El encuentro se había pactado a seis victorias, y las tablas no contaban. El marcador se puso cinco a cero, pero cuando todos daban por perdido el encuentro comenzó una larga serie de tablas que exasperaban a Kárpov. Kaspárov anotó su primera victoria en la partida 32. Siguieron 14 tablas consecutivas. Kaspárov anotó su segundo punto en la partida 47 y el tercero en la 48. El marcador iba 5 a 3. Ambos jugadores estaban jugando un ajedrez brillantemente, pero tras 6 meses y 48 partidas, el enfrentamiento se suspendió. Alegando cansancio por parte de los dos jugadores, repentinamente se canceló la contienda sin coronar a un ganador. El encuentro se reanudó al año siguiente y Kaspárov venció a Kárpov proclamándose campeón mundial, un título que ha conservado durante más de 15 años consecutivos.

El 17 de febrero de 1996, en Filadelfia, se levantó de una mesa de ajedrez lleno de triunfo y gloria. Había derrotado a la supercomputadora Deep Blue de la empresa IBM en el sexto y final juego de una batalla de inteligencias que fue considerada la prueba más grande entre un hombre y una máquina. La raza humana había ganado por un marcador de 4-2 pero ni siquiera estuvo así de cerca. Garry Kasparov había demostrado un control de estrategia mucho más allá de las aplastantes tácticas de fuerza bruta de la máquina. Deep Blue podía calcular 100 millones de posiciones por segundo pero carecía de la sensibilidad necesaria para apoderarse de la sutileza del juego posicional, sello de la verdadera maestría. El 11 de mayo de 1997, en un escenario diferente, una nueva y mejorada computadora llamada “Deeper Blue” se impuso a Kasparov en la revancha del siglo por un marcador final de 3.5 – 2.5.

Siempre me impactó la historia de Kasparov- Deep Blue, y siempre me ha recordado al desarrollo tecnológico en Medicina Intensiva.

En el corazón de la Medicina, en nuestras UCIs, donde su expresión es más vital o mortal y la intensidad es extrema, quizás sea el momento de pararse a pensar si queremos ser como Kaspárov: los que ganen la batalla a las máquinas.
¿Tenemos esa sensibilidad necesaria para apoderarnos del juego posicional, y ser maestros?. Entre todos seguro que sí.

Como bien dice la Dra. Dolores Escudero en su artículo “Por una UCI de Puertas abiertas…” publicado en la revista oficial de la SEMICYUC, Medicina Intensiva y que ya hemos comentado previamente en Mara trajo un blog debajo del brazo. Por algo será, el desarrollo tecnológico ha de ir de la mano de la vuelta al ser HUMANO, y hemos de rediseñar la práctica clínica para que la atención de nuestros pacientes sea más confortable y humana.

No se debe aplazar más el cambio ya que es una demanda social y profesional ineludible.

Este post va dedicado al Dr. Antonio Núñez: gran ajedrecista, excelente intensivista, y mejor persona.

Feliz viernes, canallas!!!