“Tengo la sensación de no parar de correr en la UCI, y el problema es que ya no sé hacia donde…”.

A ella, como enfermera experimentada esta sensación le producía un enorme sentimiento de fracaso y de pérdida de sentido de su profesión. Sin embargo, fue valiente, se atrevió a mirar hacia dentro, a escuchar a su cuerpo y a recomponerse. Hoy el post es de una compañera que ha decidido compartirlo para dar visibilidad a una situación compartida, normalizar sintomatología que a veces asusta, y, sobre todo, para que sirva de ayuda a otros.

Muchas gracias por compartir.

“Decidida a contar este problema que tanto se oculta y darle visibilidad…

Después de 16 años de trabajando como enfermera, 14 de ellos en la UCI, he sufrido el llamado “Síndrome del Burnout” del que tanto se habla en los libros, publicaciones y jornadas, pero que nunca conoces a nadie de tu alrededor que lo haya sufrido y lo cuente.

Y de pronto, te ves en una noche de guardia, 6 de la mañana, después de no parar desde que has entrado en tu turno a las 22h (sin contar lo que has hecho durante el día en tu vida cotidiana, familiar, social…), bloqueada ante una urgencia vital, en el lugar donde has funcionado y trabajado siempre, sin poder reaccionar. Y no sabes porqué, lo único que sientes es que no puedes respirar, que no puedes reaccionar, que tu corazón entra en taquicardia y que tus piernas no se mueven… no quieres decírselo a nadie y como puedes, te vas al baño, abandonas la escena como si salieras de la grabación de una película y solo quieres desaparecer de allí.

Así es como me sentí la noche del 1 de octubre del 2018.

Han pasado solo unos meses, pero hoy puedo y quiero contarlo, hoy puedo verbalizarlo, puedo reconocer que exploté, que me bloqueé, que mi mente se obstruyó como se obstruyen las vías venosas. Ese día, al llegar a casa sintiendo un cansancio extremo y ver a mis hijos, me vine abajo, no podía parar de llorar. Intenté dormir después de 24 horas y no podía, la sensación de ahogo volvía a mi cuerpo, no podía hablar…esa sensación de ansiedad en modo de crisis, se apoderó de mí. En ese momento, como pude y con medicación me dormí, y a las cuatro horas me desperté sin saber dónde estaba, no podía levantarme de la cama y solo lloraba y lloraba sin parar. Ahí, en ese preciso instante, fui consciente de que así no podía seguir y que tenía que parar y pedir ayuda. Pedí cita para el médico de cabecera, tardé en marcar el teléfono, sabía que llamar era reconocer que necesitaba ayuda y en ese momento lo veía como una derrota, ahora después de este tiempo, lo veo como la mejor de las decisiones que he tomado en mi vida.

El personal sanitario trabajamos con personas, pero nosotros también somos personas, se nos olvida que también enfermamos y que cuando alguien está de baja porque se ha roto un brazo, una pierna, una cirugía está muy normalizado, incluso se pregunta por él o ella con normalidad. Pero cuando alguien está de baja por una crisis emocional se oculta por miedo, por ignorancia o por creencias erróneas de las llamadas “enfermedades mentales”. Pero todos y todas estamos expuestos a que nos ocurra por nuestra presión laboral y más aún en servicios especiales como la UCI.

Con este relato solo quiero ayudar a dar visibilidad a este problema y decir que con ayuda psicológica, y en mi caso también con ayuda farmacológica, estoy saliendo de esta crisis laboral, sorprendentemente más fortalecida. He trabajado mucho para llegar hasta aquí, para llegar al momento de cambiar, de superar y darme cuenta que estas situaciones son desencadenadas por muchísimos factores, pero sobre todo por la presión y exigencia que tenemos como enfermeras y enfermeros en estos servicios especiales como la UCI”.

Por Teresa de las Cuevas