Hola a tod@s, mis queridos amigos.
Fruto de la reciente colaboración en #SOMIAMA para hablar de la presencia familiar en la parada cardiaca, conocí al Dr. Alfredo Serrano Moraza, una de esas personas que es imposible que te deje indiferente. Profesional de SUMMA 112 y creador de Medicina de Emergencias Basada en la Evidencia, una web referente que no os podéis perder.
Como sabéis, intentamos desde Proyecto HU-CI dar continuidad a la biografía del paciente, y por eso colaboramos con Médicos de Familia y de la Extrahospitalaria, que al fin y al cabo suelen ser el inicio de la cadena asistencial. Le pedí a Alfredo que nos contara algo.Probablemente este no será el post más leído del blog. Los protagonistas están demasiado lejos, no son blancos y quizás a pesar de que hablan del ébola, ya no os resulte tan interesante como hace un mes.
Pero como os dije, no os puede dejar indiferentes y desde luego, genera consciencia. Muchas gracias Alf.
“Hoy traigo la experiencia vital de Gordon Kamara, enfermero en una ambulancia en Monrovia, en un video que yo no me perdería.
Fuente: The New York Times
Dicen que no son más de 15 ambulancias para una ciudad de millón y medio de almas. Y, aunque ninguna central les indica dónde deben ir, el teléfono no para de sonar desde las cinco de la mañana.
Oigo la sirena de tu ambulancia vagando por una ciudad fantasma, viendo cómo los enfermos caen casa tras casa por familia y amigos. “Aquí vinimos la semana pasada un par de veces…” Apenas con tiempo para ponerte el traje de protección.
Fuente: The New York Times
Sufriendo una epidemia que apenas da algún que otro respiro, el infierno repunta a medida que los pocos sanitarios disponibles abandonaron los hospitales disponibles, colapsando el sistema. Me cuentas tu experiencia en el frente durante la guerra civil de Liberia… Nada que se pueda comparar a la crisis actual.
Es tu tarea llevar a los pacientes a “Unidades de Tratamiento de Ébola”, saturadas hasta el extremo, en los que apenas se les ofrece líquidos y tratamiento sintomático. No disponen de ningún fármaco específico. Hay días de hasta treinta enfermos en el turno de 15 horas. En el último viaje de ayer, una Unidad para 50 pacientes, saturada con 85, no disponía de cama para una joven de 17 años. Incluso tu ambulancia es fruto de una donación, todavía con los emblemas de California.
Viendo cómo algunos compañeros ha caído, bien por el Ébola, bien a manos de la población indignada, apenas consigo comprender la forma en que te has ido a vivir solo para proteger a tu familia. Enfundado en tu traje, hablas de voluntarios extranjeros, hablas de ayudar a tu pueblo, de las muchas formas de su miedo, pero… ¿Quién te sostiene? ¿Hacia dónde caminas? ¿Tú también has leído las cartas de Miguel?
Es entonces cuando, escuchando historias como la del viaje anónimo de Fanta Kondé con su abuela desde Guinea hasta Malí, estoy convencido de que la única solución posible es una epidemia de solidaridad capaz de poner nombre a todas y cada una de las víctimas.”
Apenas 8 minutos de video pueden resumir el drama del Ebola en África, pero no es el virus lo que se ve, es el abandono, la impotencia, la distancia desde la que miramos, si es que miramos. A veces la mente, mi mente, no es capaz de saltar de una imagen como esta a una noticia cotidiana como las que nos vomitan a diario desde los medios de comunicación sobre nuestra corrupción, sobre las desigualdades sociales sin sentir vértigo y nauseas. Esta sociedad está enferma. De indiferencia, de locura, de inacción. Alguna vez lo haremos consciente y lloraremos y será el comienzo del cambio necesario.