Recientemente se ha publicado en Intensive Care Medicine el articulo Professional burnout among physicians and nurses in Asian intensive care units: a multinational survey, que investiga la prevalencia de desgaste profesional en 159 UCI de 16 países asiáticos. Para ello, utilizaron la clásica Maslach Burnout Inventory-Human Services Survey.

Con una tasa de respuesta del 76.5% entre los médicos (992) y del 63.3% entre las enfermeras (3100), se encontraron altos niveles de burnout (50.3% y 52% respectivamente) y con una variabilidad entre los diferentes países del 34.6 al 61.5%.

Entre los médicos, el practicar alguna religión, los años trabajando en la misma UCI, trabajar a turnos y el número de llamadas localizadas tuvieron un factor protectivo frente al desgaste, mientras que el número de días trabajados al mes se asoció con mayor desgaste. Entre las enfermeras, la religiosidad y un buen balance entre vida y trabajo fueron protectores.

Por lo tanto, los autores concluyen que habría acciones individuales por un lado y organizacionales por otro que podrían disminuir las elevadas tasas de desgaste profesional.

En definitiva: más de lo mismo. Una vez más se objetiva que independientemente de dónde seamos o dónde trabajemos, todos tenemos los mismos problemas y por lo tanto entre todos deberíamos buscar las mismas soluciones. Parece evidente que los sistemas de salud a nivel mundial, a diferencia de otros modelos laborales empresariales del ámbito público o privado, son paradójicamente poco “hospitalarios” con sus trabajadores. ¿Cómo es posible?.

A nadie se le escaparía pensar que los equipos de salud, al igual que los equipos docentes, deberían ser bien tratados dada su responsabilidad en la construcción de la sociedad a presente y a futuro. ¿Dónde están los responsables?. Porque uno tiene la sensación de que el sistema verdaderamente no existe: ¿a quién pedimos responsabilidades?.

Mientras tanto, miles de profesionales de salud, hastiados por el ejercicio de nuestra profesión en unas condiciones en muchos casos infrahumanas, somos los responsables de la salud de millones de personas.

¿Hasta cuando este sinsentido? ¿Qué podemos hacer para revertir esta situación?

Desde Proyecto HU-CI nos parece fundamental al menos proponer que cada uno de nosotros haga su parte, y por ello una de las experiencias formativas que proponemos analiza el desgaste profesional y los síndromes que se solapan.

Y hay entidades que clara y explicitamente apuestan por la formación y el cuidado de sus profesionales, como la Clínica IMQ Zorrotzaurre de Bilbao: se preocupan por el desarrollo y autocuidado de sus trabajadores para evitar el desgaste. ¡Muy agradecidos por la confianza depositada en Proyecto HU-CI!.

Porque solo cuando uno está bien, podrá cuidar bien de los demás.