Avanzamos en estas líneas una síntesis de la última publicación de Proyecto HU-CI que en estos momentos está accesible en la web de la revista Intensive and Critical Care Nursing en promato pre-print. Se trata de una investigación realizada en profesionales de UCI durante la primera ola de la pandemia COVID-19 en España.

Es ya muy numerosa la bibliografía a nivel internacional sobre el impacto emocional del trabajo en pandemia en profesionales de UCI. Hay sin embargo dos áreas poco estudiadas en España. Por un lado, la presencia de distrés moral, que se define como como un proceso de dolor o angustia que ocurre cuando el profesional conoce la acción éticamente correcta que debe llevar a cabo en su trabajo, pero existen limitaciones reales o percibidas, externas o internas, que le impiden llevarla a cabo. Esta variable es importante porque es ampliamente conocida su relación con problemas de salud mental, con la intención de abandono del puesto y con otros síndromes como el desgaste profesional o burnout. Una segunda área de interés se centra en conocer los estilos de afrontamiento del estrés que los profesionales pusieron en marcha en esta situación crítica, y analizar su relación y efectividad frente al distrés moral y posibles consecuencias emocionales. El objetivo final es aprender de lo vivido para considerarlo en posibles líneas tanto de prevención como de intervención sobre el bienestar emocional de estos profesionales.

Se trata de un estudio multicéntrico, transversal, de tipo descriptivo y correlacional en el que participaron 434 profesionales (habituales de UCI y procedentes como refuerzo de otros servicios en la primera ola de pandemia). Se incluyeron tanto las UCI habituales como aquellos espacios que se reconvirtieron en UCI en hospitales públicos y privados españoles.

Son varios los resultados interesantes de este trabajo. El distrés moral durante la primera ola de pandemia está determinado por situaciones relacionadas con el paciente y familia, la unidad y la gestión de recursos de las organizaciones, obteniéndose niveles moderados de distrés moral, y síntomas de ansiedad y depresión ya en esos primeros momentos. Un dato relevante es que los profesionales que proceden de otros servicios y acudieron a las UCI como refuerzo, presentan mayores puntuaciones en esas variables que los habituales de UCI (p=0,04; p=0,038 y p=0,009 respectivamente), así como una mayor intención de abandono del puesto (p=0,03). La idea de abandono es también mayor en los profesionales que trabajaron en espacios que se reconvirtieron en UCI (45,2%) frente a los de las UCI habituales (40,2%) (p=0,02). El distrés moral junto a estilos de afrontamiento principalmente evitativos explicó un 37% (R2aj) de la varianza de la sintomatología de ansiedad, y un 38% (R2aj) de la varianza de la de depresión.

Nuestro estudio confirma los niveles de riesgo para el bienestar emocional del staff de las UCI ya durante la primera ola de la pandemia. El perfil de riesgo es mayor en mujeres, profesionales jóvenes y que no desempeñan puestos de gestión, con una mayor presencia en enfermeras, pero sin diferencias significativas en función de la profesión. Hemos obtenido una clara bidireccionalidad: los profesionales con síntomas de ansiedad, depresión y que han sufrido bajas laborales durante la pandemia presentan mayores niveles de distrés moral, y a su vez, el distrés moral junto a estilos de afrontamiento evitativos tales como la autodistracción, negación, abuso de sustancias o desconexión conductual, baja auto-aceptación y elevada autoinculpación, tiene capacidad predictiva sobre esa sintomatología emocional.

Además de esos resultados procedentes del análisis cuantitativo, el estudio cualitativo de los ítems abiertos del instrumento de evaluación señala cuatro situaciones clave en el desarrollo de procesos de distrés moral:

  • La ausencia de la familia en las UCI y la muerte en soledad de los pacientes

  • La carga de trabajo que generaba situaciones de cuidado percibido como inadecuado y dificultades para la supervisión de profesionales inexpertos

  • Las restricciones en los recursos logísticos (camas, respiradores, EPI´s) y humanos (personal especializado en UCI).

  • La incertidumbre clínica y ausencia de suficiente conocimiento científico sobre la enfermedad.

Como toda investigación, el trabajo tiene limitaciones metodológicas, pero aporta datos importantes para la consideración actual y futura del bienestar de los profesionales en UCI. Nos invita a no olvidar el efecto acumulativo e “in crecendo” que tiene el distrés moral y que por lo tanto sigue presente en la situación actual de pandemia, así como el agotamiento y herida emocional en los profesionales. Según nuestros resultados, las intervenciones preventivas y de soporte emocional a los profesionales de UCI deberán incluir acciones orientadas a la claridad y conocimiento de protocolos de actuación con pacientes y familiares, intervenciones organizacionales en las tomas de decisiones como la posibilidad de participación en la deliberación de los diferentes miembros del equipo, el entrenamiento en el abordaje de dilemas éticos, la formación especializada en el cuidado del paciente crítico en enfermería y el soporte emocional continuado a los profesionales de UCI, para lo que la figura del psicólogo como parte del equipo de estas unidades se hace una vez más indispensable. Con todo ello, podremos realizar tanto una prevención primaria de los riesgos y fomento de estilos de afrontamiento positivo, como secundaria en la detección temprana y abordaje de posibles problemas de salud mental. Una vez más el respaldo empírico de la humanización de las UCI nos señala la brújula de la atención centrada en las personas: pacientes, familias y profesionales.

Por  Macarena Gálvez