En muchas ocasiones, la toma de decisiones sobre los pacientes incapacitados y gravemente enfermos recae sobre la familia. No es nada fácil estar en esa situación: suceden graves problemas de comunicación que generan angustia en la familia a corto y largo plazo y pueden llevar a tratamientos no deseados por los propios pacientes, que conllevan sufrimiento, futilidad terapéutica y elevados costes económicos. Aunque las guías de práctica clínica recomiendan estrategias de soporte familiar, es evidente que mucha gente que podría beneficiarse de ello no lo recibe.

La semana pasada, New England Journal of Medicine publicó el artículo A Randomized Trial of a Family-Support Intervention in Intensive Care Units del grupo de investigación PARTNER (Pairing Re-engineered ICU Teams with Nurse-Driven Emotional Support and Relationship-Building) del departamento de Medicina Crítica de la University of Pittsburgh School of Medicine.

Llevaron a cabo un estudio aleatorizado con pacientes con altas probabilidades de fallecer y sus familiares en cinco UCI, comparando el trato habitual con una intervención de soporte familiar llevado a cabo por un equipo interprofesional liderado por enfermeras que se formaron en habilidades de comunicación.

El resultado primario fue la puntuación media en la escala HADS (ansiedad y depresión hospitalaria) de las personas responsables de la toma de decisiones a los 6 meses .

Los resultados secundarios preespecificados fueron las puntuaciones medias de los tomadores de decisiones en la escala IES (Impact of Event Scale), la escala QOC (Quality of Communication) y la PPPC modificada (modified Patient Perception of Patient Centeredness), así como la media de estancia en UCI.

De entre los 1420 pacientes admitidos en el estudio, no hubo diferencias significativas entre ambos grupos en la escalas HADS e IES a los 6 meses.

Sin embargo, las puntuaciones de la escala QOC y PPPCm tuvieron diferencias estadísticamente significativas a favor del grupo intervención. La media de estancia en UCI fue también más corta en este grupo (6.7 dias por 7.4), en base a la reducción de la estancia entre los pacientes que fallecieron (4.4 días Vs 6.8). La intervención no afectó a la media de estancia en la UCI de los pacientes que sobrevivieron.

Los autores concluyen que una intervención con las familias (que además es de bajo coste) no evita sus alteraciones psicológicas, pero mejora la comunicación y el cuidado centrado en ellas, acortándose la estancia en UCI comparándolo con el tratamiento habitual.

Muchas veces lo más obvio, es lo más obviado. ¿Qué más necesitamos?

Aquí lo tienen, es ciencia.