Lo que sucedió en la Universidad Carlos III de España hace unos días e inmersos de pleno en precampaña electoral (charla – debate – coloquio entre dos jóvenes políticos emergentes), evidencia las lagunas intelectuales extensivas a TODA nuestra sociedad, que provienen de una progresiva devaluación formativa y de la desaparición de las HUMANIDADES.Mientras uno reconocía que nunca había leído a Kant, (coincidente con el general de los mortales), el otro, confunde lo que llama como “ética de la razón pura” lo que es la “Crítica de la Razón Pura”, donde el autor intenta sentar las bases de una ética universal.

Decía Immanuel Kant que el sabio puede cambiar de opinión, el necio nunca. Seamos lo primero; de lo segundo se encargarán otros.
En su doctrina de autonomía moral, concreta que la persona moral – es decir, no el ser humano empírico como parte del mundo sensible, sino la humanidad en su persona – es un fin en sí misma, y no un medio para fines ajenos. Y Kant responde al cómo de la conducta moral con su conocido imperativo categórico: Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer en todo momento, a la vez, como principio de una legislación general.
Esta argumentación de Kant ha contribuido esencialmente a la fundamentación filosófica de los derechos humanos. El imperativo categórico y el reconocimiento de la dignidad humana de todos los seres humanos en todos los ámbitos humanos pueden considerarse las dos caras de una misma moneda y el principio fundamental de toda relación moral – personal del ser humano consigo mismo y con sus congéneres: Obra de tal modo que utilices lo humano, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin, y nunca meramente como medio.La vida humana no es un mero existir como el de las cosas que la rodean, sino además, y esto es muy importante, es un saber de que existe. La conciencia es, por decirlo así, una revelación del ser.

En ninguna época como en la nuestra resulta más oportuna la afirmación de la unidad del hombre, porque ahora, más que nunca, se encuentra perdida y se da la real amenaza de aniquilar los auténticos valores humanos. Los acontecimientos recientes conducen a la humanidad civilizada a un acceso cuando menos psicopatológico.El hombre no es ni exclusivamente un ser material, ni tampoco un espíritu puro. Los mejores momentos de la vida histórica son aquellos en que esas dos porciones del hombre se unifican y actúan en consonancia. Esta unidad de acción constituye propiamente la vida humana. Actualmente, el papel que se concede a la inteligencia es el de un mero instrumento técnico, para ejecutar las decisiones de una voluntad irracional. El conocimiento científico es sólo un medio para el aprovechamiento y dominio de la naturaleza, así como de las energías humanas.

Dice Scheler, que la persona humana no es una “sustancia”, sino un complejo de actos organizados monárquicamente, esto es, de los cuales uno lleva en cada caso el gobierno y la dirección.

En el libro “El humanismo cosmopolita de Immanuel Kant” de Fernando H. Llano Alonso, su autor entiende que debe ser considerado como un humanista cosmopolita que rechaza cualquier proyecto de convivencia social que sea excluyente y/o particularista y que no respete el bien común de la humanidad, el respeto a los derechos humanos, y a aquellos principios y valores universales que dignifiquen a todos los hombres como individuos racionales plenamente emancipados.

Me permito una última reflexión: si queremos seguir en esto, mas vale que leamos a Kant.

Gracias.
Félix José Martín Gallardo (swx20088@gmail.com)

Médico Intensivista.

Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Críticos y Urgencias