No soy especialmente amigo de los números, aunque entiendo que para los amantes del 2.0 son necesarios algunos datos sobre las jornadas y que por cierto, hablan por si solos (para el que los entienda): más de 1000 personas interactuando en twitter, otros tantos siguiéndonos por streaming o periscope. Casi 18.000.000 de impresiones y nada más y nada menos que entre las 15 Conferencias de Salud a nivel mundial con más impacto. Casi nada.

Pero lo que pasó en las #3JHUCI fue mucho más allá. Un viaje al interior, en 1.0.

El poder de la emoción arrasó los corazones de los asistentes y removió la esencia de lo que somos: personas que necesitan personas. Interseres.

La fantástica ciudad de Granada nos ha permitido mirar al paisaje internacional de las UCI.  La Escuela Andaluza de Salud Pública ha irradiado una luminosidad durante dos días, que llegará a cada hospital y también a cada corazón de pacientes, familiares y profesionales implicados.

Ya en el arranque de motores, con los Cursos pre-jornada, se señaló la importancia de las emociones en los equipos de trabajo, en el proceso de duelo y voluntades anticipadas; las habilidades en la comunicación de malas noticias y en el acompañamiento al final de la vida, y aprendimos sobre autocuidado con yoga, mindfulness y humor con fundamentos clown. La tristeza, la alegría, la risa y las lágrimas comenzaron a enseñarnos, de mano de excelentes profesionales como Inma García, Alina Danet, Iñaki Peña, María Escudero, Mamen Segovia, José Ignacio Ricarte, Vicente Arráez y Mª Sol Martínez que el proceso de la vida es emoción y el trabajo en UCI un reflejo de ello.

La EASP intentó contener como pudo toda esta explosión emocional, y Joan Carles March y José Luis Bimbela, en un diálogo a dos, nos recordaron elementos claves del cuidado con H-alma, activando el PGP (POR FAVOR-GRACIAS-PERDÓN), porque “la técnica sin alma sirve de poco” y recordándonos que “hay que cruzar al otro lado de la mesa”.

¡Y vaya si lo hicimos! Carmen Prieto, Esther Peinado, Inma Heredia y Aroa López fueron nuestra  brújula para ese viaje. La experiencia del paciente fue nuestra por momentos y sentimos sed mientras otros beben, nos sentimos confusos y desorientados en contextos extraños, recordamos que no queremos que nos ignoren porque los pacientes oyen cuando aparentemente se está sedado o inconsciente, que la mano es un enchufe de energía porque las caricias curan, que Héctor estuvo entre nosotros con su incomparable sonrisa para recordarnos lo que consiguió en las UCI pediátricas y que otros niños vivirán por él. Nos comunicamos con palabras, gestos, lágrimas, sonrisas… esa mesa nos pellizcó el corazón y nos abrió el alma. Posteriormente se le unió la banda sonora en la que Meritxel Naranjo puso música y letra y Javi Martínez de Sarria la visión desde el realismo de su experiencia como paciente y el humor , creando una sinfonía inigualable.

Para crecer más aún, este año la H se ha extendido a las Urgencias y Emergencias, Pediatría, Neurología, Radiooncología, Diálisis y volvimos a recordar a los pioneros de La Factoría  Cuidando (gracias a José Manuel Salas -Con tinta de médico-, Alfredo Serrano, Iván Carabaño, Alejandro Lendínez, Virginia Ruíz, Ruth Molina, Mercedes Muñoz y Serafín Fernández). Todos ellos nos recordaron que la humanización de la sanidad tiene un lenguaje común, el del corazón, y que para ello debemos utilizar la palabra, la sonrisa, la mirada y el tacto, porque no hay enfermedades, sino personas que las viven, y eso no significa que tengan que “dejar los sueños en los zapatos” cuando uno se sube a la cama. Acompañar en ese proceso es humanizar y todos estos profesionales nos mostraron que es posible.

El paisaje sonoro se completó con las experiencias prácticas de confort acústico propuestas por Roi Arias y las inolvidables aportaciones de la musicoterapia de Patxi del Campo y de Música en Vena con Juan García de Cubas. Salimos de paseo que cura con José Carlos Igeño y las expresiones de los pacientes del Hospital San Juan de Dios de Córdoba nos llenaron de esperanza y optimismo sobre un cambio posible.

Para que tal cambio se produzca solo hay un camino posible: empezar por uno mismo. La mirada compasiva nos llegó así de la mano de Gonzalo Brito, Elena Lorente y Enric Benito, trío de ases que dispararon directo a nuestro corazón recordándonos la capacidad de superación del ser humano, que los cuidados paliativos no son una especialidad sino “una manera de atender”,  y que “al paciente le va a importar cuánto sabes, una vez que sepa cuánto le importas”.

Por todo ello, se premió a las mejores comunicaciones científicas que resumen estas perspectivas: los Primeros Premios Pablo Ráez para la humanización de la Sanidad fueron rumbo a Alcázar de San Juan y Oporto.

Y con la satisfacción del resultado obtenido, tan grande como el increíble esfuerzo que supone hacer un congreso sin apenas recursos, los miembros y amigos del Proyecto HU-CI cada día tenemos más clara una cosa: Humanizar la Sanidad es cosa de todos, #benditalocura.

Seguimos.