En el 2011, comienza una lucha y hoy, en 2018 se hace realidad por fin para todos. Aquella semilla que se plantó, creció y aquí está el resultado.

¡Me llamaron loca! Si dolorosas eran las lágrimas de Héctor por quedarse solo, no menos doloroso fue que dijeran que eras una mala persona, algunos creo que hasta lo creyeron.

Aguantar como algunos médicos que habían SALVADO la vida de mi hijo y a los que tanto debía… me giraban la cara por los pasillos, malas caras del personal cuando tenían que atenderte porque la “loca” estaba otra vez allí ingresada con su niño.

Que te acusaran de haber abierto las puertas del caos… Era solo un niño luchando por vivir y nadie quiso ponerse de su lado. Lloraba él y lloraba yo, no quería quedarse solo, se iba morir, estaba muy malito y tenía miedo.

¿Podía estar tan ciega y equivocada? ¿En serio no había nadie con sentido común? Me sentí muy sola.

Después de llamar a mil puertas, mover cielo y tierra e ir ganando batallas, en 2013, la Asociación de Niños con Cáncer se une a la lucha y lleva mi carta desesperada hasta Madrid, y allí la ministra de aquel entonces Ana Mato, la lee y se conmueve, se decide modificar el plan de infancia y adolescencia. La locura se apodera de todas las autonomías que votan a favor, ¡a favor del sentido común! un niño no tiene porqué llorar por estar solo. Por fin impera la cordura, el amor también cura.

Y aun aprobándose en junio de 2013, y con la ley en la mano, no fue hasta enero de 2014 cuando por fin fue abierta para todos (en Valencia), aún quedaron unos meses terribles de lucha y mucha presión sufrida, pero al ver hoy esta noticia me digo: valió la pena Esther, el daño y el pasado… pasado está.

Algunas veces, si tocaba el turno de los del “sentido común”, me dejaban colarme por la noche para estar con Héctor. Qué injusto y que mal me sentía: él dormía tranquilo, mamá estaba ahí…. Yo sí, pero los demás niños no tenían a su mamá cogiendo su mano. Aún hoy, alguna noche, tengo pesadillas con lo que allí dentro vivimos, sigo escuchando los gritos de esos niños atados a la cama llamando a mamá, sigo escuchando los gritos de mi niño y sus ojos de terror, no puedo evitarlo. Me duele el corazón cuando vuelven a mí todos esos viejos fantasmas: ¿cuántas lágrimas se hubieran evitado?

Eran niños y estaban solos. Cuantos años de hacer las cosas mal ¿No era suficiente llorar por su enfermedad? ¿Nadie lo vio antes? Yo no estaba loca, ni era una mala persona.

Respiro. El pasado, pasado está.

A todos los que estuvieron conmigo en los peores momentos, a los que lucharon a mi lado, a los que pusieron su granito de arena, y gracias a esa asociación que no ha parado hasta que se ha conseguido en todos los hospitales españoles, GRACIAS!!! Héctor ahí está tu semilla, quizás está fue tu misión venir al mundo para cambiar algo que estaba mal. Siento no haberlo podido hacer más rápido, siento tu miedo y tus lágrimas, pero nosotros nunca tiramos la toalla campeón.

Nuestro sueño hoy se refleja en ese titular, queríamos que esto algún día fuera lo normal, se llama sentido común y humanidad. Siempre Juntos H.

Por Esther Peinado.